Mazatlán, Sin. 27 junio 2022.-Tenía la virtud que todo reportero sagaz necesita: el imprescindible don de la impertinencia que es arma filosa de todo periodista acucioso, aquél que indaga, escudriña, insiste, presiona, busca, explora, escarba, acorrala, sacude, captura y –como buen gavilán- no suelta. Admiré todo esto en ella y como su jefe en La Talacha puedo resumir su enseñanza para construir reporteros profesionales en otra cualidad: tenacidad y búsqueda sin respiro de la nota principal, mística que fue perdiéndose con la transformación mercantil de los medios de comunicación y la irrupción de las Tecnologías de la Información y Comunicación.
Yolanda Prat fue reportera estrella del Semanario Democrático y Tropical La Talacha, allá por la década de los 80, cuando el puente de mando estaba instalado en la esquina oriental del legendario Círculo Social Benito Juárez, en la plazuela Francisco I. Madero, popularmente conocida como La Machado, exactamente arriba del actual restaurante Pedro y Lola.
La entrañable Talacha aplicó la equidad de género en medios de comunicación mucho antes de que se pusiera de moda y más de 40 años de que el Congreso del Estado tuviera finalmente mayoría de mujeres por primera vez en la historia de Sinaloa. Fue quizá este semanario el primer medio informativo de Sinaloa -y tal vez de la región del Occidente de México- que tuvo mayoría de mujeres en su plantilla administrativa y redacción: alinearon Eloisa Caballero, doña tremenda, Lourdes la mami Bernal, Cristina Romero, Mayela, eficaz secretaria ejecutiva, otras reporteras, como Irene Sánchez, que no hicieron nido y, por supuesto, Yolanda Prat. Era un verdadero dream team de mujeres alegres, entusiastas, solidarias y entronas, mayoría frente a la discreta minoría de Juan Manuel García Campos, el talacho, Josiano y Jorge Morales, par todo terreno, y Mario Martini. El éxito del semanario tuvo que ver con este matriarcado.
Me tocó ver en acción a Yolanda que no soltaba presa en cuanto olía sangre. No había servidor público o personaje de altos vuelos que no fuera perseguido, acosado y controlado. Me inspiraba ver tal tenacidad en una madre de tres hijos que tenía la potencia y decisión para triunfar en la actividad que hubiera querido, pero amó al periodismo como ninguna. Cuando llegó a La Talacha en busca de un espacio, la recibí con los brazos abiertos.
En nuestra convivencia profesional descubrí otro de sus talentos: con ensayada ignorancia sobre el tema a tratar, preguntaba de todo con absoluta sencillez, dejando que el entrevistado fuera soltando todo, explicando al detalle con la soberbia del que duda que lo estén entendiendo. En un instante lo hacía sentir experto, le daba confianza, estimulaba el ego del personaje y, sin salidas posibles, lo metía a su distancia. Confirmé en ella que la tarea del reportero es preguntar, preguntar y volver a preguntar. Yolanda hacía sin pausas ni respiro, acribillaba, acorralaba, cerraba las salidas, dudaba de todo, volvía a preguntar y al final conseguía saciar el voraz apetito de la reportera profesional.
Su retiro parcial del fascinante mundo de la reporteada, que era su fascinante delirio, para hacer carrera dentro del Colegio de Bachilleres de Sinaloa no la alejó del mundo que era suyo. Mantuvo su actividad desde las oficinas de comunicación social de la dependencia, desde la que nos mantuvimos en contacto.
Después de padecer cáncer y problemas en las rodillas que redujeron mucho su movilidad, hoy falleció. El sábado anterior su familia recibió la Presea de Periodismo de parte de la Asociación de Mujeres Empresarias Ejecutivas de Sinaloa. Precisamente para este evento, Yolanda escribió esta semblanza, su última nota:
- Yolanda Prat por Yolanda Prat*
Nací en la Ciudad de México, fui hija de padre asilado político republicano español y madre nacida en la Puebla de los Ángeles; hice mis estudios de primaria y secundaria en la gran capital, para luego ingresar a una escuela inglesa en la misma Ciudad de México, donde estudié 2 años de inglés especial y avanzado y después 3 años más de la carrera de Secretaria Ejecutiva Bilingüe. Al salir de la escuela, trabajé en el Corporativo Syntex Internacional y luego en la Cámara Nacional de la Industria Textil, en donde conocí a un sinaloense –el político concordense Oscar Loaiza- con quien me casé y procreé a 3 hijos. Mi destino futuro estaba escrito y éste era superarme en el terreno académico para finalmente desarrollarme profesionalmente, primero como maestra y después ejerciendo el periodismo. Y fue en el puerto más bello de Sinaloa: Mazatlán, en donde alcancé mis sueños.
Con tres hijos pequeños (el último nacido en Mazatlán) y con las responsabilidades que esto implica, entré a la preparatoria nocturna Ricardo Flores Magón y al concluirla, a la Universidad Autónoma de Sinaloa para estudiar Comunicación. Simultáneamente, en los meses de verano durante 6 años, estudié en la Normal Superior de Sinaloa, con miras a obtener el Título de Maestra en la Especialidad de Inglés, pues ya para entonces trabajaba en varias preparatorias privadas y públicas impartiendo este idioma.
Cabe aclarar que mientras estudiaba, también me di tiempo para integrarme a las tareas de mi esposo, quien había sido electo presidente municipal de Concordia, por lo que tuve que dejar las clases que impartía en las preparatorias. En cuanto dejaba a mis niños en la escuela, me iba a Concordia para cumplir la labor de presidenta del DIF y al estar en contacto con los requerimientos del municipio, me di cuenta de la ingente necesidad de crear la Cruz Roja en ese municipio, pues fallecían los heridos en los frecuentes accidentes que ocurrían en la sierra de la carretera Durango-Mazatlán (en ese entonces la única que había), ya que eran horas las que transcurrían hasta llegar a la Cruz Roja de Mazatlán, por lo que los heridos morían en el trayecto. Consideré una necesidad introducir el Instituto Sinaloense de Educación para los Adultos en Concordia, pues el índice de analfabetismo en todo el municipio era muy alto. Después de implementar este programa, era muy gratificante ir a los pueblos y platicar con las personas “hasta de 80 años”, que habían aprendido a leer y a escribir y que estaban muy agradecidos por ello.
Al terminar mis estudios de Comunicación en la UAS, elaboré junto a su compañera de generación Sandra López, su tesis profesional sobre “La subcultura del narcotráfico”, por lo que me titulé en 1985 como Licenciada en Comunicación con un promedio general en toda la carrera de 9.6 de calificación. Posteriormente y aprovechando que los 3 primeros semestres de la carrera de Comunicación eran tronco común con la Licenciatura en Economía, ingresé a estudiar también esta carrera, la cual terminé en 1989.
Con todo este conocimiento, me dediqué íntegramente a ejercer el periodismo, en el que ya desde hacía años incursionaba de manera empírica como colaboradora en el periódico El Sol del Pacífico y en el que laboré ya profesionalmente varios años. Cabe destacar que este diario, fue el más importante de la zona sur durante muchos años. Después trabajé en el Semanario La Talacha del reconocido periodista Mario Martini y posteriormente en el Diario El Demócrata, que en ese tiempo era el periódico decano en la zona noroeste del país, habiendo cumplido más de 80 años de circulación y que desafortunadamente desapareció en el año 2005. También laboré en el vespertino Adelante y después durante varios años en radio, en el noticiero nacional NotiSat.
Fui corresponsal del periódico El Debate, cuando este diario no había aún entrado a Mazatlán. Desde 1990, al mismo tiempo que era reportera en estos medios informativos, trabajé en el Colegio de Bachilleres del Estado de Sinaloa (COBAES), como responsable del área de Comunicación Social de la zona sur.
Dijo de ella misma en esta semblanza: “Yolanda Prat Meza ha tenido una vida por demás activa, siempre estudiando y trabajando, al mismo tiempo que cumplía su rol de madre de familia. Sus tres hijos son hoy hombres de bien, padres responsables, profesionistas y muy trabajadores. Actualmente, es esposa del sociólogo y académico de la UAS recientemente jubilado, Francisco Javier Tapia Hernández, con quien comparte su vida desde 1992. Hace unos meses, en enero de este año 2022, Yolanda también se jubiló en COBAES, después de 32 años de trabajo”.
Descanse en paz y vuele alto hacia el infinito y más allá.
Reciban sus hijos, esposo y muchos amigos un abrazo solidario con nuestras condolencias.
*Por razones de estilo, modificamos el texto que Yolanda Prat escribió en tercera persona para su homenaje.
Fotos de su archivo personal.