#OBSERVATORIO | Se los dijeron | Mario Martini
Paralelo 23 hizo un espléndido trabajo —en mancuerna con inteligencia artificial— para modelar un huracán que ocurre en octubre de 2027 en Mazatlán.El ejercicio se apoyó en datos del estudio de “Vulnerabilidad de Mazatlán” frente a los efectos del cambio climático, difundido este año y prácticamente archivado por las autoridades que no tienen en el radar la indefensión del puerto provocado por gobiernos y ciudadanos irresponsables o voraces que usufructuaron el suelo del municipio para beneficio propio sin importarles, por supuesto, lo que pudiera suceder en el futuro.También desoyeron las reiteradas (y molestas, para algunos) advertencias de Conselva, organización que lleva más de una década repitiendo lo mismo: la erosión de la cuenca, el futuro incierto del agua y la acechanza del colapso del drenaje general de la ciudad.Trajimos al presente —con ayuda de los algoritmos y la memoria colectiva— el desastre que podría ocurrir si un huracán “Mario” de categoría 5 pegara de frente al puerto.El resultado es una simulación periodística que se parece demasiado a la realidad: calles convertidas en canales, colonias bajo el agua, servicios colapsados, y un gobierno más preocupado por la imagen que por la prevención.Nos inspiramos en la histórica crónica de Orson Welles, aquella transmisión de radio de 1938 que recreó La guerra de los mundos y desató el pánico en Nueva York. Solo que esta vez, la ficción no buscó asustar a nadie, sino advertir lo que está a la vista: el futuro que todos conocen pero que nadie quiere ver.
El proyecto multimedia “Cuando el destino nos alcance” no es una profecía, es un espejo. Lo que mostramos no es el fin del mundo, sino el resultado de años de negligencia, saqueo urbano y desprecio por la ciencia. Se los dijeron los investigadores, los ambientalistas, los reporteros, los vecinos que se quedaron sin agua o que en cada llovizna sus casas se inundan. Pero el ruido de los intereses prcuniarios ahogó toda señal de alerta.
Ahora, mientras la ciudad crece sobre dunas, rellenos y canales sepultados, el reloj climático sigue corriendo. Y cuando el cielo cambie de tono —porque cambiará— nadie podrá decir que no fue advertido.
La esperanza
Mazatlán se ha levantado de toda suerte de desgracias y calamidades desde su desarrollo urbano y boom inmobiliario de mediados del siglo XIX, cuando surgió el sueño de la gran ciudad, periodo conocido como Grandeza Mazatleca. Estamos a tiempo de rectificar, de entender lo que la naturaleza nos ha querido enseñar por las buenas, y de prepararnos —esta vez con inteligencia, memoria y sentido de comunidad— para cuando el destino nos alcance.