OBSERVATORIO | ¿Será suficiente la caída del Pity? | Por Mario Martini

Por Mario Martini

La pregunta es legítima: ¿será suficiente la salida del “Pity” Velarde del gabinete del gobernador Rocha Moya para contener la presión social y mediática que provocó la desaparición del joven Carlos Emilio Galván en Terraza Valentino’s? ¿Alcanzará como estrategia para el control de daños?

No fue cualquier caso. El hecho estalló en Mazatlán, el escaparate turístico de Sinaloa, y el desaparecido fue visto por última vez en un icónico bar propiedad del propio funcionario estatal.

El gobernador lo confirmó sin rodeos en su cuenta de X: la “sensible baja” en la Secretaría de Economía obedece al caso de Carlos Emilio, desaparecido el 5 de octubre y aún no localizado.

La crisis escaló al punto de romper el cerco local: los medios nacionales y hasta internacionales voltearon a Mazatlán. En Culiacán —donde los levantones son pan de cada día— no se produce semejante escándalo. Pero en el puerto, donde todo está diseñado para el confort y la selfie, el secuestro o desaparición de un joven se convierte en símbolo de una herida abierta.

La madre del muchacho, Brenda, encabeza una búsqueda incansable que ha crecido en organización y eco. No pide venganza, pide justicia y verdad. Eso basta para incomodar a un sistema político que prefiere los casos cerrados antes que los resueltos.

Velarde, empresario y político a partes iguales, siempre vivió en el ojo del huracán. Desde que invadió parte de la playa con su negocio El Muchacho Alegre, hasta el auge de sus giros negros, incluida Terraza Valentinos, su nombre es sinónimo de expansión rápida, influencias bien colocadas y una súbita capacidad para multiplicar metros cuadrados.

El gobernador Rocha explicó que la renuncia fue voluntaria, “para atender el asunto de la desaparición del joven”. Pero el contexto revela más: la salida ocurre justo cuando el gabinete de seguridad federal, encabezado por Omar García Harfuch, se reunió en la Tercera Región Militar de Mazatlán para reforzar la presencia militar y policial en el puerto.

En ese encuentro —donde también estuvieron empresarios—, Rocha anunció la construcción de una base naval en Altata y una estrategia de seguridad reforzada en la franja costera. Sinaloa está en estado de tensión, aunque nadie lo diga abiertamente.

Los empresarios locales, siempre prudentes, le ofrecieron respaldo al gobernador, pero también le lanzaron una advertencia elegante: no permitan que Mazatlán se convierta en otro Culiacán. Porque lo que ocurre en el puerto es noticia mundial, mientras lo que pasa en la capital, aunque grave, ya se asume como rutina.

Simultáneamente a la reunión del gabinete de seguridad y la salida de Pity Velarde, este sábado 25 de octubre la madre del joven está convocando a una concentración en las letras de Mazatlán a las 11 de la mañana para exigir la localización de su hijo y de los desaparecidos en MéxIco .

La renuncia del Pity parece un intento de apagar el fuego con gasolina. El problema no es solo la caída de un funcionario, sino la ineficacia de todas las potencialidades del Estado mexicano que permiten que una desaparición se vuelva asunto de relaciones públicas para el control de daños.

¿Será suficiente su salida para calmar la irritación social? Difícilmente. Pero al menos deja claro que el costo político de la indiferencia comienza a ser demasiado alto.

Saludos cordiales

MM

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