Don Ricardo Lizárraga lo llevó con orgullo por el mundo.-
Por Mario Martini
Periodismo Democrático y Tropical
Mazatlán, Sinaloa.– Octubre de 2025
Hace tres cuartos de siglo, el aroma del café empezó a mezclarse con el olor a verduras frescas del mercado municipal José Maria Pino Suarez. Era 1950 cuando un joven de El Verde, Concordia, llamado Ricardo Lizárraga Granados decidió dejar atrás la sierra para buscar en Mazatlán un futuro distinto. Lo encontró entre granos tostados, molienda artesanal y el empeño que más tarde levantaría a una de las empresas más emblemáticas de México: Café El Marino.
De El Verde, al mundo
Hijo de don Juan Lizárraga y doña Amada Granados, Ricardo creció entre surcos y cosechas. A los 14 años convenció a sus hermanos Enrique e Irineo de aventurarse en la minería de Durango; luego, con los ahorros, pusieron pie en Mazatlán. De los abarrotes “La Faja de Oro” y “La Gaceta Comercial” surgió la semilla que germinó en una pequeña molienda de café dentro del mercado municipal.
Apenas 43 kilos se molían al día. Pero con constancia, olfato comercial y una ética de trabajo que mezclaba humildad y tenacidad, aquella molienda se transformó en el orgullo empresarial del puerto.
Don Ricardo Lizárraga en sus primeros años, repartiendo Café El Marino por las calles de Mazatlán.El hombre que olía a café
Don Ricardo, quien falleció en mayo de 2020 a los 92 años, fue más que un empresario. En 1970 fundó la Asociación Nacional del Café y llevó el sabor de Mazatlán a Nueva York, Canadá, Francia, Suiza e Islandia. Su empresa se volvió sinónimo de calidad, identidad y responsabilidad social: cuidó el medio ambiente, promovió la capacitación y creó empleos duraderos.

Don Ricardo Lizárraga Granados, fundador de Café El Marino, galardonado por Coparmex Mazatlán.
Reconocido como Ciudadano Ejemplar, Rotario Paul Harris y Galardonado por Coparmex Mazatlán, fue también un patriarca cercano, devoto de su esposa Yolanda Mercado Escutia y guía de una familia que mantuvo intacto el espíritu fundacional del grupo.
Legado que humea
Su hijo Javier Lizárraga Mercado, hoy al frente de Grupo Marino, lo define con sobriedad y afecto:
Aparte de ser un gran empresario, fue un promotor incansable del café mexicano en el mundo. Lo más importante: su sentido humano y el cariño que siempre tuvo con su gente”.
Y así, cada mañana, cuando el chacuaco de El Marino exhala su nube blanca sobre la ciudad, Mazatlán vuelve a oler a nostalgia, trabajo y familia.
El café que internacionalizó a Mazatlán sigue siendo, setenta y cinco años después, la bebida con que esta ciudad amanece.
Un buen día empieza al cruzar en carroñó caminando el paso superior de la salida sur de Mazatlán, cuando el chacuaco de El Marino cubre de olor profundo las colonias Anáhuac, Jesús, Garcia y Esperanza. Y con un buen viento del sur llega aún intenso hasta la costa de la Perla del Pacífico.



Gran parte de mi vida pasó en casa de mi familia en la colonia Benito Juárez y cada mañana ese majestuoso olor a café era el compañero de inicio del día, ahora que ya vivo en otra ciudad llevo en mis recuerdos el olor y en mi paladar el sabor, hasta la fecha lo sigo consumiendo, y en estos tiempos cada que regreso a mi Mazatlán, solo espero llegar al paso superior para deleitarme una vez más de ese entrañable e inolvidable olor del café el Marino….🙏