- El embarazo de niñas y adolescentes es una hipoteca social y económica para el futuro de la juventud del país.-
- Lucha social para evitar que la mujer sea un mero objeto reproductor y que las niñas sean niñas y no madres prematuras.-
Por Antonio Olalla
Especial para Paralelo 23
(Camoapa, 2022).- Cómo cada lunes Sebastían Laguna, director del Hogar Lucero del Amanecer, organiza la semana con su equipo. Entre los temas tratados el más importante es la búsqueda de menores embarazadas por las diferentes calles y comunidades que forman Camoapa, una pequeña ciudad dentro del departamento del Boaco en el centro de Nicaragua. Para esta dura tarea Sebastián cuenta con un equipo compuesto por una enfermera y una psicóloga, los tres coordinan esta misión y la atención de niñas embarazadas en Camoapa y alrededores desde 2014.
El objetivo es encontrar a chicas embarazadas cuyas edades oscilan entre los 11 y los 17 años, con especial atención a las niñas de entre 11 y 15 años, pues en estas últimas los embarazos suelen ser de alto riesgo para su salud. Para esta tarea el equipo se coordina con las comunidades de los diferentes barrios y pueblos cercanos de la zona y de las instituciones educativas, también se pregunta por los diferentes centros de salud público y a personas de «prestigio» dentro de las poblaciones cercanas a Camoapa, el embarazo a estas edades es un fenómeno bastante generalizado pero oculto debido al estigma social al que la mujer está sometido en el país centroamericano.
Este trabajo está dentro del programa Una vida a la vez. Una iniciativa social que intenta dar atención sanitaria, acceso a la educación y formación laboral a los niños y niñas de esa región de Nicaragua, una de las más humildes del país. La metodología de trabajo también tiene muy en cuenta las zonas rurales cercanas, pues en esos ambientes donde se registran los mayores índices de embarazos en niñas y adolescentes.
Todo este trabajo se desarrolla dentro de la ong Hogar Luceros del Amanecer, una entidad que desde 2004 trata de mejorar la situación de los menores de Camoapa, una población situada a poco más de 100 kilómetros de Managua. Las líneas principales del trabajo de la organización se basan en la educación y la sanidad intentando crear una base para la protección a los niños y niñas de la región.
Nicaragua es un país donde un tercio de los 6 millones de su población vive bajo el umbral de la pobreza, el índice de miseria y los embarazos no deseados es vinculante al nivel cultural y de formación de las chicas» según cuenta el director de Luceros del Amanecer. Ante está situación, Laguna explica que «estos niños no deseados suelen crecer sin padre, un gran número de las embarazadas suele ser abandonas por el padre del recién nacido, y esta situación de abandono y marginalidad avoca a las chicas a la prostitución, el narcotráfico y las pandillas para ganarse la vida o buscar un sistema de protección dentro de sociedades marcadas por la marginalidad».
Nicaragua cómo reflejo de Centroamérica
Este fenómeno es bastante común en Centroamérica y el Caribe. Según un estudio de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) la tasa media en el mundo de embarazos en adolescentes de entre 15 y 19 años es de 46 embarazos por cada 1000 adolescentes, mientras que en Centroamérica y el Caribe este índice está disparado por encima de los 55.
A la cabeza de estas estadísticas se encuentran Nicaragua y la República Dominicana con 66, solo superadas por algunas zonas del África subsahariana. Estas cifras son similares a las ofrecidas por el Banco Mundial y el Repositorio Centroaméricano SIIDCA-CSUCA, que señala que en el país centroamericano el 25% de las chicas de entre 14 y 19 años quedan embarazadas.
Para combatir esta problemática a partir del año 2015 el Hogar Luceros del Amanecer comenzó a trabajar en el programa `Una vida a la vez´ para paliar la situación de extrema precariedad de la mayoría de las afectadas por estos embarazos prematuros. «Nuestra misión es ayudar a la salud de la embarazada y del futuro niño, las chicas viven rodeadas de miseria y violencia. Intentamos asesorarlas de cara al futuro y a su nueva realidad, que se mantengan dentro de sus estudios e incluso formamos profesionalmente a las que podemos para que intenten tener un futuro profesional», señala Sebastián.
Las chicas a las que atiende el Hogar suelen tener entre 15-18 años, aunque ha aumento mucho el segmento de entre 10-14 años. Suelen ser embarazo en su primera relación afectiva, pobres, de nivel cultural bajo y que en muchos casos viven en zonas rurales. «Estas relaciones no se realizan en ambientes saludables, sin higiene o métodos anticonceptivos sobre los que existe un enorme tabú en la sociedad nicaragüense», comenta Laguna. En estas circunstancias también hay que recordar que el aborto en Nicaragua esta prohibido desde 2006 en cualquier circunstancia y penado de manera bastante dura por las autoridades.
El embarazo de menores es una hipoteca para el desarrollo de la juventud nicaragüense. Estos embarazos traen, entre otros inconvenientes, problemas para la salud materna, aumento de la mortalidad entre las menores, mala alimentación en los recién nacidos, trasmisión intergeneracional de la pobreza y un gran abandono escolar entre las afectadas» declara entre un fuerte pesimismo Sebastián Laguna.
Atención Sanitaria
En esta lucha hay que mencionar la figura de Carla Siquiera, que con tan sólo 24 años es la responsable sanitaria de `Una Vida a la vez.
Para nuestra tarea la búsqueda de las niñas embarazadas es fundamental, muchas de ellas se esconden por el sentimiento de culpabilidad que la sociedad les transmite. Ellas realmente, en la mayoría de los casos, se han quedado embarazadas dentro de unas relaciones de desigualdad claras entre hombre y mujer, donde el machismo y la violencia están presentes en muchos momentos», comenta Siqueira.
La joven enfermera sigue remarcando la figura negativa del machismo en las diferentes sociedades centroamericanas mientras aclara que «es fácil ver a hombres mayores aprovecharse de menores, con mucha diferencia de edad, con promesas de cierta mejora social, dinero y cosas materiales por un lado». El análisis de Siqueira agrega un dato horrible, la violencia sexual, que en ocasiones es intrafamiliar. «En muchas ocasiones las niñas han sido violadas por gente cercana a la familia o del propio núcleo familiar, la violencia sexual contra la mujer sigue siendo un arma dentro de la sociedad, un arma heredada de los tiempos de la guerra civil» apunta Siqueira.
En este entorno según comenta la enfermera «el sexo temprano sin afectividad y con vínculos afectivos pobres es tremendamente doloroso para las chicas». Además, añade que estos embarazos no deseados «crean unas relaciones muy pobres en afectividad entre las madres y los niños y las madres y sus entornos familiares. Bebés abandonados, otros cuidados por abuelos y bisabuelos, padres que echan a las niñas de casa, circunstancias muy duras en un entorno de pobreza enorme y una terrible inseguridad física para niñas que de la noche a la mañana se vuelven madres sin apenas educación y medios para ello».
Ayuda psicológica para revertir la situación
Desde hace un par de años en el programa han añadido la atención psicológica para atender a estas niñas y adolescentes. En este sentido Sebastián Laguna remarca que «a parte del peligro físico y del daño social nos dimos cuenta que teníamos que prevenir y combatir un peligro bastante oculto: el daño emocional». «Tenemos el deber de revertir el impacto emocional que supone ser madre a tan temprana edad, que las chicas vuelvan a aceptarse y pasen página para proseguir su vida».
Por ese motivo, gracias a la colaboración de la asociación española Gentinosina Social, crearon en 2021 el Servicio de Atención Psicológica en Camoapa que en su primer año de existencia ha atendido a más de 40 niñas y adolescentes embarazadas de alto riesgo y a otros 250 niños y niñas que acuden al Hogar Luceros del Amanecer.
La ayuda psicológica está dirigida por Fátima Guevara, otra joven licenciada, 23 años, que invita a combatir el estigma y las dificultades que las chicas Camoapa deben enfrentar. «No solo hay que educar a las chicas y recomponer situaciones, también hay que prevenir, especialmente entre los chicos, hacerles ver que otra masculinidad es posible y dejar de estigmatizar la virginidad de las mujeres debido a la escasa educación sexual que se da a los jóvenes en el país» relata Guevara.
La educación sexual es un tabú en Nicaragua y el acceso a los métodos anticonceptivos muy difícil e incluso, en las zonas rurales, inexistente según indica Guevara. «Nuestro trabajo no solo debe ir encaminado a salvar su infancia, también es importante ser una base a futuro. Por eso les ofrecemos un soporte y un control posterior al parto, intentando que reconduzcan su vida de forma material y mental», añade la psicóloga.
Mi trabajo va encaminado a combatir la soledad que sienten en muchos casos, no solo mental, también física al ser abandonadas por sus parejas y familias. Con nuestros medios intentamos combatir la violencia cultural que estas jóvenes reciben al quedar embarazadas, incluso en los casos de violación, recuperando su autoestima y ayudándolas a afrontar la situación», relata Guevara.
Guevara concluye:
Nicaragua es uno de los países más pobres de América y con una tremenda mentalidad clásica, donde la extrema fertilidad es venerada y las aptitudes machistas son aceptadas y consideradas buenas por muchas mujeres mayores. En en estas situaciones es donde las nuevas generaciones, que hemos recibido una buena educación, debemos trabajar y organizar nuestra lucha. Evitar que la mujer sea un mero objeto reproductor y que las niñas sean niñas y no madres prematuras».