Avances se diluyen ante los excesos públicos y la impunidad dentro del círculo cercano al poder.-
- Por Joaquín Rocdríguez
A un año del inicio del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, la narrativa de austeridad se desvanece frente a una clase política que exhibe signos claros de exceso, derroche y corrupción.
El discurso de transformación se ve opacado por las conductas de personajes que encarnan la continuidad de los privilegios: Andy López Beltrán, Adán Augusto López, Mario Delgado, Gerardo Fernández Noroña, Rocío Nahle y Ricardo Monreal, entre otros.
Mientras los programas sociales y la infraestructura avanzan con lentitud, los viajes de lujo, banquetes y disputas por el poder se multiplican en el entorno presidencial.
La impunidad del ex secretario de Marina frente a las acusaciones por desvíos en contratos reduce el impacto de los esfuerzos oficiales por combatir el llamado “cártel del huachicol”, una de las banderas anticorrupción más visibles del nuevo régimen.
A un año de distancia, la 4T enfrenta su espejo más incómodo: el regreso del privilegio, envuelto ahora en discurso progresista.
El país avanza, pero el poder parece seguir comiendo aparte.



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