Alfonso Millán Maldonado, fundador de la siquiatría forense en Paris

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#LaPatriaÍntima/Por Mario Martini

Cuando el Che Guevara desapareció en abril de 1965 de la escena pública cubana, las agencias de inteligencia de Estados Unidos y México se pusieron a trabajar coordinadamente para seguirle los pasos, tras el deslizamiento de información confidencial que aseguraba que el guerrillero había dispuesto iniciar en México la revolución continental soñada por Simón Bolívar.

Había informes fidedignos de que el Che llegó a México de incógnito en octubre de 1965 para internarse en un hospital siquiátrico de la ciudad de México. El entonces director de la Dirección Federal de Seguridad, Fernando Gutiérrez Barrios, uno de los policías mexicanos más eficaces de todos los tiempos que incluso ascendió con solidez a la Secretaría de Gobernación, puso en marcha la maquinaria de la tristemente célebre Dirección Federal de Seguridad (DFS) para investigar el rumor de que el guerrillero había sido internado en un hospital siquiátrico de la ciudad de México.

El anuncio de que Guevara estaba empeñado en empuñar las armas para hacer la revolución bolivariana lo hizo el propio Fidel Castro al responder a los reporteros que lo acosaban sobre  la notoria ausencia de uno de los protagonistas de la revolución cubana: “Guevara estará donde le sea más útil a la revolución”, respuesta con la que prácticamente daba a entender que el argentino podía estar en cualquier parte, incluso en México donde había vivido en 1950 y tenía amigos que simpatizaban con su causa, como el dirigente nacional de los músicos Tirso Rivera Ibarra.

Según documentos ubicados en la Galería 1 del Archivo General de la Nación, debido a aquel rumor la DFS comenzó a vigilar los hospitales siquiátricos de la ciudad. El encargado de las primeras investigaciones fue uno de los agentes estrella: Miguel Nassar Haro. Las averiguaciones se concentraron en el Sanatorio Floresta de Tlalpan.

Presuntamente  el doctor Luciano García Medina, subdirector de ese hospital privado, fue interrogado por los agentes quienes además revisaron los registros de la institución, pero no hallaron pruebas que sustentaran el rumor. En ese momento el Che se encontraba en África, rumbo al Congo vía Tanzania, pero su silencio prolongado inquietaba al gobierno porque temía que el argentino estuviera organizando a grupos comunistas mexicanos.

Por esas mismas fechas surgió otra versión del rumor original: que el Che no había llegado a México para un tratamiento siquiátrico sino para uno neurológico porque estaba en riesgo de quedarse paralítico. El neurólogo Manuel Sánchez Garibay fue uno de los interrogados por la DFS y se aventuró a señalar a un tal “doctor Millán” como el médico del Che en México “porque aunque no es socialista, sí es comunista”, fue el razonamiento del médico. El doctor Millán al que se refería Sánchez Garibay era precisamente el sinaloense Alfonso Millán Maldonado, director del Sanatorio Floresta de Tlalpan, quien efectivamente simpatizaba con el comunismo como su hermano el oncólogo Ignacio Millán Maldonado, médico de cabecera y amigo para siempre de Diego Rivera y Frida Kahlo, miembros activos del Partido Comunista.

Educados en el pensamiento liberal pos revolucionario, los hermanos Millán Maldonado –destacados en el periodismo, la medicina, las artes plásticas  y el folclor- manifestaron desde jóvenes su simpatía por las organizaciones comunistas, por lo que no estaba de más la sospecha de que Alfonso tuviera escondido al guerrillero.

El 17 de febrero de 1966 los agentes Esteban Guzmán Salgado y JR Ponce Alcalá informaron: “Debido a que el doctor César Jiménez Brenes dijo en una ocasión que él tuvo bajo tratamiento a Ernesto Che Guevara, el día de hoy se localizó a un enfermo que está sometido en su domicilio particular al tratamiento de este médico. Efectivamente, el investigado tiene parecido a Ernesto Che Guevara, es de nacionalidad argentina y se llama Lorenzo…”. Los agentes investigaron en el Instituto Nacional de Migración las referencias del sospechoso y entonces se descartó que César Jiménez, alias César de la Peña, fuera el Che Guevara. El sinaloense Millán Maldonado fue exculpado por las autoridades mexicanas, pero quedó para siempre en la lista de la Dirección Federal de Seguridad como simpatizante de los grupos comunistas que “trataban de desestabilizar al país, influenciados por la revolución cubana…”

  • De San Ignacio, al mundo

Formado en una familia liberal del municipio de San Ignacio, al norte del puerto de Mazatlán, colorido poblado recostado sobre las faldas de la Sierra Madre Occidental, Alfonso Millán Maldonado salió de su Patria Íntima para realizar una brillante carrera que coronó al ser discípulo de Erich Fromm y padre de la siquiatría forense en Paris.

Hermano menor de Ignacio, Alma y Teresa, destacado oncólogo, la folclorista mexicana más reconocida en el extranjero y una artista plástica consumada, respectivamente, Alfonso nació en San Ignacio en 1906, hijo del profesor Hilario Millán, originario de Ixpalino, y de la señora Teresa Maldonado, natural de San Ignacio.

Instalada la familia en Culiacán para que los hijos tuvieran educación, “el único legado que podemos dejarles”, decía el padre, cursó la educación primaria, secundaria y bachillerato en la capital del estado, con énfasis en el liberal Colegio Civil Rosales.

Marchó a la ciudad de México donde, bajo la conducción de su hermano Ignacio 14 años mayor, se graduó de médico siquiatra en la Universidad  Autónoma de México y de inmediato viajo a Europa para especializarse en siquiatría forense en la Universidad de Paris en 1931 y medicina legal por el Instituto de Medicina Legal de Paris.

Al regresó al país ocupó la jefatura del Departamento de Psicología Médica y Salud Mental y a partir de 1940, profesor de medicina legal en la Escuela Nacional de Medicina; también ocupó la jefatura del Departamento de Psiquiatría en la Escuela de Graduados de la UNAM y la Dirección del Sanatorio Psiquiátrico Floresta en el DF. También se desempeñó como catedrático en la Facultad de Medicina del Instituto Superior de Perfeccionamiento del Magisterio y de la Escuela Nacional de Maestros. Presidió la Liga Mexicana de Salud Mental  y fue miembro emérito de las Academias Mexicana de Ciencias Penales y Nacional de Medicina.

Fue impulsor del primer programa de especialización en siquiatría en la UNAM, discípulo de Erich Fromm y Director del Manicomio General de México “La Castañeda” de 1934 a 1938, pero en el que trabajó realmente de 1932 a 1970. Fue presidente de la Federación Mundial de la Salud Mental en el bienio 1951-52. Representó al país en los primeros tres Congresos Internacionales de Salud Mental, celebrados en Washington, Paris y Londres y presidió el Cuarto  realizado en la ciudad de México en 1951.

Durante su estancia en Paris fundó la revista Psiquis y publicó el tratado “L’indadaptabilité sociale des epiléptiques tesón role dans la delinquéncey”. También divulgó los textos “Higiene Mental y la beneficencia pública en México” (Paris 1937), así como “Definición legal del riesgo profesional” (Gaceta Médica de México), entre muchos otros textos especializados. Tradujo “La angustia y el pensamiento mágico: ensayo de análisis psicogenético aplicado a la fobia y a la neurosis de abandono” del doctor Charles Odier y editó el libro “El Hombre, esclavo de su inferioridad”. Publicó numerosos artículos en La Gaceta Médica de México, Revista de Pscioanálisis, Criminalia, Psiquiatría y Psicología.

Murió en la ciudad de México en el año 1975 y el 21 de agosto de 1996 se acordó que la Hemerobiblioteca del Departamento de Psicología Médica, Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México llevara el nombre del ilustre sanignacense Dr. Alfonso Millán Maldonado.

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