Fernando Valadés Lejarza, el último romántico

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Por Joaquín López

Cronista de Teacapán, Sinaloa.

Existe cierta curiosidad en el ambiente musical, tanto local como en el mundo de habla hispana, por saber más de la vida y obra del mazatleco Fernando Valadés Lejarza, pianista que además de escribir la letra y música de sus composiciones, también las interpretó con gran éxito internacional.

Valadés proviene de una familia asentada en el puerto sinaloense desde mediados del siglo XIX. Sus lazos sanguíneos se extienden a destacados escritores como Edmundo Valadés, José C. Valadés y el jurista Diego Valadés.

Sus canciones formaron parte del gusto de una generación que  atestiguó la irrupción del Rock en nuestro país. Esto vino a provocar un cambio radical en el gusto musical nacional, desplazando al  género romántico, mismo que por décadas estuvo al frente del gusto musical nacional e internacional.

Agustín Lara y sus intérpretes como Pedro Vargas y Toña «La Negra», Los Panchos y Eddie Gorme, Los Tres Ases con Marco Antonio Muñiz, Los Tres Reyes, Los Tres Diamantes, a excepción del primero, todos, junto con Valadés, pasaron al olvido en el gusto musical y sólo los conocen quienes pertenecemos a esa generación o incursionen en la historia musical.

La popularidad del género romántico está personificada en la canción «Bésame Mucho», la más famosa del mundo, según su autora Consuelito Velásquez (esposa de Mariano Rivera Conde, oriundo del cercano pueblo de La Noria), su tonada contagió a unos nacientes Beatles quienes la seleccionaron para su primera audición del 1º de enero de 1962 para la disquera Decca, siendo interpretada el mismo año en vivo en Hamburgo, Alemania y en la película «Let it Be». El tema no fue del gusto de la empresa londinense, el rechazo se transformaría en la fabulosa historia del grupo y su productor George Martin.

En las composiciones de Fernando Valadés perdura la letra que perpetúa el romanticismo popular de varias naciones, por lo que no en balde, Colombia, Nicaragua y Guatemala, entre otros, supieron honrarle con sendos monumentos. Los chapines (guatemaltecos) abrieron las puertas de su Conservatorio Nacional de Música para que Fernando diera ahí un concierto a inicios de los años 70’s. A ellos dedicó «Patojita», voz que en el lenguaje popular de allá significa niña. A nuestros hermanos «ticos» les preparó «Ojitos Salvadoreños», título que no necesita explicación.

Algunos comentaristas de la prensa y sobre todo en Internet, circulan versiones que «Valadez (sic) es sudamericano», incluso hay quien lo supone vivo. Sirva la presente para aclarar que nació en Mazatlán en el año de 1920.

Don Fernando murió a los 57 años de edad, esto es, durante la etapa más productiva de su vida, siendo el mes de abril pasado que se cumplieron 30 años de su partida. Sus éxitos más populares fueron «Asómate a mi Alma» dedicada a su hija Alma, quien fuera reina de los Juegos Florales de 1961; «Por qué no he de llorar» fue inspiración que brotó del momento en que perdió a su progenitora. Esta última fue popularizada también por el trío «Los Santos», así como «Yolanda y su trío Perla Negra», cantante que popularizó «Espumas». «El Diccionario» de don Fernando también fue recibido con entusiasmo por letra y ritmos contagiosos y por último «Regalo del Cielo» dedicada al regalo que significa el tener hijos, que en su caso fueron muchos.

Reza el dicho popular que nadie es profeta en su propia tierra, y en esa categoría figura Mariano Rivera Conde, mencionado arriba y a quien mucho le deben compositores, músicos y cantantes de todo el país. Rivera Conde, Director artístico de la RCA, abrió las puertas de la fama a destacados compositores de la talla de José Alfredo Jiménez, don Cruz Lizárraga y desde luego don Fernando Valadés. No es ningún accidente que las grabaciones iniciales de todos ellos pertenecieran al sello RCA en la década de los 60’s cuando Rivera llevaba la batuta artística de esa empresa.

Valadés dedicó por lo menos una canción a Mazatlán y es una pena que su título no ayude a identificarla, porque una vez que se la escucha, se advierte que fue hechura de un mazatleco. Si en vez de titularla «Cántale Mar» le hubiera puesto como reza sus primera estrofa «Mi mar de Mazatlán…», es seguro que ocuparía un lugar en el repertorio local junto con «Noches de Mazatlán» de Gabriel Luna de la Fuente/Gabriel Ruiz y otras.

El compositor Faustino López Osuna, oriundo de Agua Caliente, recuerda en entrevista en el Sol de Mazatlán (abril/2007):

Valadés tenia una discapacidad física que lo obligaba a caminar con muletas… llegaba a Agua Caliente de Gárate a dar funciones de cine en una camioneta que estaba adaptada para que la manejara él, que por su discapacidad no podía usar los pies para manejar, entonces el vehículo tenía que llevar los frenos, el acelerador y todo arriba para poderlo manejar.

Nosotros, todos chiquillos, le ayudábamos a bajar y acomodar los instrumentos para la función, así nos ganábamos la entrada al cine que llevaba Fernando» rememora.

Me cuenta el hijo de Luís Cárdenas (a) El Largo, taxista local que era el encargado de su transportación según fuera el caso; ambos taxista y músico cultivaron gran amistad. También me platica que cuando la gente pasaba por la calle Belisario Domínguez, no podía evitar detenerse a escuchar a un Valadés que inundaba la calle con música proveniente de su piano. «El Largo» aprovechaba la ocasión y en broma le gritaba «Ya cállate», Fernando reconocía su voz y subía el volumen del piano imprimiendo vigor al teclado.

Un incidente curioso en la vida del artista nos lo cuenta su hija Conchita Valadés de Boccard, hija de Fernando y quien amablemente nos concedió una entrevista en «Casa Lucila» por Olas Altas. Sucede que la visita de Valadés entusiasmó tanto a los guasavenses que no quisieron que nadie en la ciudad se quedara sin escucharlo, por lo que ingeniaron adaptar una góndola con una especie de bocina rústica que amplificara el sonido del piano, fue así que Fernando tocó y cantó sus éxitos a lo largo y ancho de la ciudad para regocijo de sus pobladores.

Al igual que su hermano Miguel, Fernando era amante del arte fotográfico y contaba con magnífico equipo que siempre llevaba consigo. Me platica su hija Conchita que del cúmulo de imágenes disponible se está seleccionando el material que acompañará la biografía de don Fernando en un libro de próxima edición.

Por lo pronto, invitamos a todo conocedor de la buena música a un encuentro con la obra del mazatleco Fernando Valadés, disponible en algunas tiendas del ramo.

 

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