En una de las películas menos malas de Vicente Fernández, El Tahúr, hay una escena en la que el cantante rescata de una muerte segura a la protagonista Amparo Muñoz cuando su caballo se despeña en una cañada de varios metros de altura. Luego de un breve y ridículo encuentro amoroso, ambos cabalgan seguidos por Jorge Rivero, mientras Fernández canta el vals Alejandra, la internacional composición del atormentado y talentoso mazatleco que también se utiliza por lo regular en ceremonias de quince años y figura en el catálogo de los mejores valses mexicanos al lado del Danubio Azul, Dios nunca muere, Vals Imperial, Los Patinadores, María Elena, Julia, Sangre Vienesa, Sobre las Olas, Vino Mujeres y Canto, Viva mi Desgracia, Voces de Primavera, Vals Fantástico, Ojos de Juventud y Vals de los Besos. En 1991 Javier Solís lo grabó con banda, como homenaje al compositor que no tuvo que salir de Mazatlán para ser un hombre internacional.
Enrique Mora Andrade vivió una vida plagada de calamidades. El álbum con todas sus composiciones y grabaciones se perdió misteriosamente para siempre, negando al mundo su talento. Murió a los tempranos 37 años de edad, atacado severamente por la cirrosis que contrajo a fuerza de tertulias interminables, en las que recibía la visita de las musas que lo inspiraban a componer valses magníficos, financiados por ricos enamorados que lo contrataban para hacer valses bajo pedido. Eran tiempos de la deliciosa cursilería del siglo XIX que llevaba a los jóvenes enamorados de la época a declarársele a la novia con una composición de Mora para demostrar a la familia de la pretendida que sus intenciones eran serias y formales. La joven a la que dedicaban un vals de Mora, terminaba en el altar.
Nació el 14 de julio de 1876 en la ciudad de Mazatlán, de donde nunca salió. Sin embargo, su vals Alejandra se tocó en muchas salas de concierto del mundo y puso muy en alto el nombre del país y de su ciudad natal. Sus primeros estudios los hizo en la escuela oficial del puerto, atendida por Eduardo Betaconcourt. Continuó en el colegio particular del profesor David Antonio Urrea y por necesidades familiares se vio obligado a trabajar en la imprenta de Ignacio Maldonado, donde aprendió la encuadernación, pero su hermano Eligio, director de la orquesta Los hermanos Mora, integrada por 3 de sus hermanos, tenía necesidad de un violinista. Así es que puso a Enrique a estudiar el instrumento aun en contra de su voluntad, ya que no simpatizaba con la música ni con el instrumento. A fuerza aprendió el método de Berrito y con constancia logró formar parte de la orquesta familiar.
A sus escasos 10 años, en 1886, compuso la mazurca Angelita, pieza que muy pronto la cantaba el pueblo con versos de un autor desconocido. Este hecho, aparentemente sin importancia, constituyó el mayor estímulo para que Mora entrara de lleno al terreno de la composición musical. Muy joven compuso el vals Emilia por pedido del señor Manuel Macías Gutiérrez, entonces agente de máquinas de coser Singer, quien la dedicó a su esposa Margarita Rivas. El vals Alejandra, compuesto para el joven enamorado Rafael Oropeza sirvió para declararle su amor a la hermosa señorita Alejandra Ramírez de 17 años, quien lo rechazó sutilmente. Ella formaría más tarde una familia con el señor José María Retes y sería magnífica escritora costumbrista, siguiendo los pasos de su tío abuelo Ignacio Ramírez El Nigromante. Oropeza por su parte se casó y se fue a vivir a la Ciudad de México. Cuentan algunos familiares que Alejandra murió en Monterrey y en su sepelio fue interpretado su vals como marcha fúnebre. Con este vals, presentado oficialmente en 15 de julio de 1907, el modesto músico mazatleco se consagraría internacionalmente. La tarde del estreno la orquesta interpretó el vals y al terminar, Mora se acercó a la joven y le entregó el papel pautado donde destacaba su nombre: «Alejandra».
Atormentado por una inspiración indomable y su profunda sensibilidad, vendió los derechos de este vals en 25 pesos y la promesa de recibir 50 ejemplares impresos. El dinero lo utilizó en una juerga de varios días, en los que compuso otros más que no tuvieron la fortuna de este que le dio la vuelta al mundo, como el que le dedicó a la actriz española Elisa de la Maza y que lleva su nombre; el vals La Voz del Amor lo compuso a petición del súbdito inglés Roberto Henderson, quien lo dedicó a su esposa Virginia Muro; el vals Carlotita fue dedicado por el autor a la señorita Carlota Félix Díaz. Posteriormente compuso Una noche en Villa Unión, Leoba y una mazurca para el señor Abelardo Anaya.
Con motivo del inicio del siglo XX, compuso la polka “1901”, estrenada en la casa de don Arturo De Cima durante un baile organizado por el señor Pantaleón Ezquerra. Vino después una larga lista de composiciones que integraron un álbum, entre las que destacaban Pesca Libre, polka dedicada a La Paz, Baja California; otra dedicada al coronel Cuevas; una marcha nupcial para el matrimonio de Manuel Gómez Rubio y Eloísa Ocón, hija del juez Cecilio Ocón, quien cobró fama por ser la autoridad civil que casó en artículo mortis a la cantante Ángela Peralta con Julián Montiel, su representante, a cambio de un generoso lote de joyas del valioso cargamento que el Ruiseñor Mexicano cargaba por el mundo. El álbum, que contenía varias danzas y chotis, fue misteriosamente extraviado, perdiéndose así el rico tesoro musical de este talento mazatleco.
Fue sinodal en la Academia de Música de los profesores Francisco Martínez Cabrera y Roberto Contreras y organizó varias estudiantinas formadas por señoritas. Bohemio empedernido, murió de cirrosis hepática a las 10 de la noche del 7 de enero de 1913, a los tempranos 37 años de edad.
Su nombre figuró en la Orquesta Clásica de México con motivo de las festividades oficiales del Bicentenario de la Independencia de México y una calle del Infonavit Jabalíes de Mazatlán lleva su nombre.
La letra de su famoso vals, es sumamente sencilla, característica clave de su éxito:
Eres tú, reina de mi amor
Como un sueño azul que a mi vida llegó.
Te adoré desde que te vi
Mi alma te entregué y por ti soy feliz
Te adore desde que te vi
Mi alma te entregué y por ti soy feliz.
Oye mi cantar, mi corazón, llamar al tuyo.
Déjame decirle que eres tú mi amor
Mi obsesión, mi ilusión
Déjame decir que yo por ti dejé mi orgullo.
Te quiero Alejandra, con todo mi amor.
Ya por ti, mi cielo está redol*
Ya por ti, ya por el alma mi sol
Oye mi cantar mi corazón llamar al tuyo.
Déjame decirle que eres tú mi amor
Mi obsesión, mi ilusión
Déjame decir que yo por ti dejé mi orgullo.
Te quiero Alejandra, con todo mi amor.
*Cada interprete cambió la palabra a su particular entender. Algunos la cambiaron por arrebol y otros de plano escribieron “mi cielo está redondo”. Al parecer, el autor escribió Redol que es circular, rueda, redondo.
Fotos. Rafael Oropeza y Alejandra Ramírez
(Semblanza del libro La Patria Íntima de Mario Martini. Edit 2009)