- El escándalo de la política.-
- ¿Quién juró respetar la ley?.-
- Nos vemos a la salida: Mario Zamora.-
De escándalo en escándalo, la política mexicana inaugura un jolgorio por día o cada dos, porque sus protagonistas prefieren esa línea que el debate serio y constructivo. Siempre queda la posibilidad de culpar al de enfrente por la degradación del ambiente.
Sorprendido por la audacia de los grupos delictivos, el presidente Andrés Manuel López Obrador minimizó y hasta justificó el retén de hombres armados y disfrazados de militares que detuvo a periodistas de la capital del país, cuando acudían a un evento presidencial en el vecino estado de Chihuahua.
Ya corrían a esas alturas los escandalosos audios que le fueron divulgados al dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, el tristemente célebre Alito, hablando de maromas financieras mediante las cuales se “les daba baje” a los proveedores de su partido y probablemente de su gobierno (ejerció la gubernatura de Campeche).
Alito reacciona y filtra a su vez una llamada de su amigo el senador Manuel Velasco que le transmite las amenazas del secretario de Gobernación: es instrucción del presidente irse con todo en su contra (si los diputados del PRI no votaban a favor de la Ley Bartlett).
En la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, la senadora Lily Téllez acentúa los señalamientos de que el narco apoya electoralmente a Morena, llamando la atención del “diputado Changoleón”, para que no se pierda la explicación. Éste le llama paniaguados a ella y a todos los legisladores de la oposición y para rematar nuestro paisano Mario Zamora sale en defensa de la senadora Téllez y reta a Fernández Noroña (él no lo llama Changoleón) a que se quite las ganas con unas trompadas. Esto, porque Noroña dijo que si fuese él quien motejara a una mujer, se le acusaría de violencia política de género. Pues véngase con un hombre, como quiera nos damos, le ofreció Zamora.
Aunque todos los pleitos son en torno a temas sustantivos del país (la corrupción, la violencia y más concretamente el predominio del narco en algunas áreas, el respeto a las leyes en el actuar del gobierno), nadie esgrime argumentos. Todo son señalamientos con encono, bravuconadas que no ayudan a avanzar en la búsqueda de soluciones.
Y en eso se van enredando todos., no sólo en la puja con los demás, sino a sí mismos.
El presidente dijo que el retén de la carretera Badiraguato-Guadalupe Calvo, en lo intrincado del Triángulo Dorado, o Triángulo de gente esforzada según propuso, no era del crimen organizado, sino de ciudadanos que vigilan (rifles en mano) para que no haya hombres armados.
Cuando le preguntaron sobre el tema al gobernador Rubén Rocha Moya, también minimizó el asunto, y en algún momento dijo casi exasperado que no eran guardias comunitarias ¿quién habla de guardias comunitarias? Preguntó el gobernador ¡Pues el presidente! Él fue quien dijo que se trataba de ciudadanos que vigilaban.
Pero más adelante dio a conocer que ya habían sido detenidos cuatro elementos de ese retén y que seguían las investigaciones. Alguien me sostuvo que seguramente eran chivos expiatorios, pero no, yo creo que efectivamente eran parte de ese retén por una razón muy sencilla: a pesar del escándalo, ellos no tenían por qué irse, ni sus jefes pensaron en que debían retirarlos, simplemente se presentaron a trabajar en sus puestos como hacen todos los días porque ellos así operan, aunque oficialmente no existan.
La detención es un logro de la Secretaría de Seguridad Pública, pero tenga usted por seguro que seguirá habiendo retenes.
- LAS GRABACIONES
Alito Moreno, el ex gobernador de Campeche y actual dirigente nacional de lo que queda del PRI, habla por teléfono con toda la confianza del mundo con la seguridad que ofrecen sus equipos de comunicación, como si no supiera que el espionaje que ya no practica el CIsen, sigue existiendo como en sus mejores tiempos. Si no, que le pregunten al fiscal Gertz Manero.
En esas pláticas revela cómo es que obtiene y ejerce los financiamientos ilegales con que maneja a su partido y las campañas de los candidatos que le importan a su partido. Y de rebote, le sacaron otra donde critica al gobierno porque están matando periodistas, cuando él tiene la fórmula infalible: a los periodistas no se les mata con balas, se les mata de hambre. Si quiso ser un chiste le salió pa’la fregada. Fue, como dicen los estudiosos de la mente humana, un acto fallido, algo que quiso ser justificatorio y terminó en una agresión derivada de lo que verdaderamente piensa.
¿Quién le sacó los audios incriminatorios? Layla Sansores, la gobernadora de Campeche, quien dice que ella no hizo el espionaje, sino que se los hicieron llegar, de modo que no es sujeto de los años de cárcel que establece la ley. Admite que en todo caso le tocarán 30 o 300 jornadas de trabajo comunitario, que daría con gusto porque con esa divulgación concientiza a la gente.
Por su parte, el secretario de Gobernación Adán Augusto López queda exhibido como instrumento de represión por órdenes de su jefe, el Presidente de la República, al chantajear al infausto Alito con la amenaza de que “iremos con todo”. Y aunque lo van a hacer, de nada les sirve desmentir a Manuel Velasco, senador, exgobernador de Chiapas y jerifalte del Partido Verde Ecologista de México. Ha sido hombre de uso del régimen y se ha prestado para eso y para más.
Por otra parte uno se pregunta si ya se le olvidó a Layla que ella juró cumplir y hacer cumplir las leyes y que no hay justificación para violarlas “poquito”, como Layín el de Nayarit. Y lo mismo vale para Adán Augusto, quien tiene la justificación de que andar en campaña a favor de los candidatos de Morena lo distrae y lo desconcentra.
- EL CÉSAR DEL SENADO
Mario Zamora, senador sinaloense, se estaba divirtiendo mucho con el reto a golpes contra el diputado Fernández Noroña, desde “la tribuna más alta de la nación”. Se dio el lujo de deslizarle alguna indirecta sobre las potencialidades del legislador petista. Fue una buena puntada que exhibió a su contrincante, porque por más que le hizo la invitación a que dijera dónde y cuándo, este hombre tan agresivo, que siempre se lanza contra sus rivales al descontón verbal sin importar que se trate de mujeres (ya hasta tuvo una condena legal a pedir disculpas por una acción de esas), simplemente no se movió de su asiento y ni gestos hizo. Como que midió al toro que amenazaba con embestirlo.
Pero aún así, no es explicable que un legislador rete a otro a los golpes para dirimir las diferencias. Significa que no hay argumentos suficientes y contundentes, y significa también que la disputa no es por mejorar al país sino para sacarse de encima las ganas acumuladas en sus personas. Así no se avanza.
Finalmente hay que lamentar que la senadora Lily Téllez hubiese llamado diputado Changoleón a Fernández Noroña, porque es una verdadera ofensa… al Changoleón.
- TRISTE ANIVERSARIO
Este 31 de mayo se cumplieron 26 años de la tragedia conocida como “El trenazo de Mazatlán”, en que perdieron la vida 34 personas. Ya sólo los familiares recordaron a las víctimas de esta tragedia que en su momento conmovió a la ciudad y al país.
Nada hemos avanzado desde entonces. Sigue habiendo cruces de vía muy peligrosos y ninguna vigilancia que ayude a evitar la repetición de acontecimientos como este. Ha habido algunos otros con menor número de víctimas, pero también dolorosos.
Lejos de avanzar, retrocedemos. Las agujas que antes bajaba un vigilante de la empresa ferroviaria al momento en que iba a pasar el tren, ya no se mueven porque para ahorrarse esa plaza, ya no se asigna a nadie esa tarea. Incluso cada vez que alguien hace gestiones para mejorar la seguridad, se encuentra con que la empresa quiere cancelar el paso sobre la avenida Santa Rosa y desviar el tráfico hacia el puente que conecta a las avenidas Munich y Juan Pablo.
Para colmo, el fondo que se creó con aportaciones privadas y colectas para poner agujas automáticas en al menos uno de los cruces, simplemente “desapareció” en las arcas municipales al final de la administración de Carlos Felton, cuyos colaboradores dijeron que el dinero había quedado ahí en las cuentas del ayuntamiento, aunque no hubiese una identificación específica. Ni para dónde hacernos