- ¿Continuará la tregua de Rocha Moya con LGBT?
- En derredor de Arnoldo.-
- Toxicidad en la pluralidad.-
El gobernador Rubén Rocha Moya tenía planeado mantener un período de tregua con el alcalde mazatleco Luis Guillermo Benitez Torres, tan larga como fuese posible. El mapa de enfrentamientos y de decisiones políticas severas aconsejaba no abrir nuevos frentes, pero dios dispone, el hombre propone, viene el Químico y todo lo descompone.
El escándalo de haber contratado directamente la adquisición de lámparas de alumbrado público por cuatrocientos millones de pesos es un elemento difícil de contener, pero el gobernador pudo aducir que los ayuntamientos son autónomos en sus decisiones y que en todo caso hay canales de vigilancia, que tampoco le corresponden. Pero luego vino el affaire del violento cambio de titular en el Sistema DIF Mazatlán y las cosas se complican de golpe.
Es un caso tan elemental, resultado de problemas de alcoba o de vivienda, que Rocha Moya se vio bien procurando no intervenir, pero el tema que va escalando, a tal punto que la secretaria de la Mujer, Tere Guerra, intervino con toda la fuerza de sus convicciones para advertir que podría tratarse de un caso de violencia política de género.
Y cuando interviene un concepto como ese, hay que agarrarse, porque aún las más fuertes componendas, legítimas o ilegítimas, pueden ser echadas abajo si el alegato es sólido. El propio Químico Benítez estuvo en un tris de quedarse sin candidatura a presidente municipal porque fue juzgado y sentenciado como culpable de ese delito, el de violencia política de género, y sólo una intervención de muy arriba logró que se le incluyera en la papeleta, y eso mediante una machincuepa a la que se prestó el Partido Sinaloense, que hoy se arrepiente con toda el alma de haberse prestado a ese juego.
Imagínese usted en qué papel quedarían los tribunales exonerándolo si otra vez aparece una denuncia de esa naturaleza, con documentos oficiales en que se da fe de que el alcalde incurrió en esa conducta y que se conforma la figura legal. Seguramente Benítez Torres considera que si ya fue impune una vez, lo volvería a ser, pero hasta en las más altas esferas se cansan de pedir favores siempre para el mismo sujeto y por el mismo motivo.
Tere Guerra seguramente no le pidió permiso al gobernador para externar una posición sobre el tema. El gobernador sabía, al momento de nombrarla, de la garra con que maneja esos asuntos, y la libertad con que opera, incluso dentro de los parámetros de la institucionalidad que requieren posiciones como una secretaría de despacho.
Y por si fuera poco, la responsable de esa secretaría en el sur del estado, a quien le tocaría manejar el asunto si la señora Gabriela Peña Chico se decide a denunciar como lo ha adelantado, es nada menos que la doctora Elsa Bojórquez Mascareño, la exsíndica procuradora con quien el Químico incurrió en violencia política de género, y quien ha tenido que morderse las ganas de mantener la lucha porque le pidieron que llevara la fiesta en paz, una paz que cansa, por supuesto.
Pero en este episodio lamentable el Químico no ha sido el único exhibido. Los morenistas prefieren quedarse callados, incluso muchos que han tenido pleito político o desacuerdo con el gobierno municipal mazatleco. La única excepción ha sido el doctor Juan Torres, diputado federal, que mantiene una actitud beligerante, aunque sus temas hasta el momento han sido otros que a su juicio alcanzan para instaurar un juicio político.
Pero la raza, los de abajo, prefieren el silencio. Hubo uno que creyendo hacerle un favor a la marca Morena, se atrevió a enfrentar la acusación de violencia política de género inventado que ¿cuál violencia de género, si la ley dice que cuando se acaba la relación se puede revocar el nombramiento? La ignorancia en todo su esplendor. Pero hay que quedar bien y defender al partido aunque no se sepa de qué se habla.
* DOS COSAS EXTRAÑAS
En los últimos días han ocurrido cosas que nunca pensamos ver en un gobierno, y menos de una corriente que se identifica a si misma como de izquierda.
El primero ya lo comentamos el domingo: la aparición de los conflictos personales del alcalde en un boletín oficial que menciona la relación de pareja sostenida por el alcalde, y la terminación de esa relación como motivación para retirar un nombramiento oficial (honorífico, pero oficial). En 48 años de ejercicio periodístico no habíamos visto un caso como ese.
El segundo ocurrió este miércoles: el gobernador Rubén Rocha Moya fue al municipio de El Rosario a entregar el nuevo poblado de Santa María, donde se construye o se construirá la presa del mismo nombre, cuyas aguas un día cubrirán las fincas de la comunidad original. Un buen evento, en el que se hicieron compromisos de avanzar en la dotación de servicios que beneficien a las familias movilizadas, con lo que además se prepara una visita tranquila y cordial del presidente Andrés Manuel López Obrador, el próximo fin de semana.
Pero después de la entrega, la agenda oficial del gobernador de Sinaloa marcaba la realización de una ceremonia: la bendición de la iglesia del nuevo pueblo, a lo que siguió una misa oficiada por el obispo Mario Espinoza Contreras.
No es el primer gobernador que tiene contacto con el obispo, ni mucho menos el primero que va a misa, pero sí es la primera vez que dos actos eminentemente religiosos son incluidos en la agenda oficial de un gobernador. Los anteriores habían acudido a eventos de esos, pero siempre en forma personal, no en actos oficiales.
Ese templo había sido uno de los motivos de discordia entre los comuneros y el gobierno: ellos querían llevarse la iglesia vieja al nuevo pueblo, ladrillo por ladrillo, pero el INAH no lo autorizó porque no disponía de dinero para una operación como esa. Pero vino el gobierno de izquierda y como el INAH tenía aún menos dinero, se acordó construir una nueva nave y trasladar sólo el altar y otros accesorios.
Son formalidades si se quiere, pero uno se explicaba que Manuel Ávila Camacho fuese a misa y lo presumiera, no que un gobernador de izquierda se olvidara de aquello de la separación iglesia-estado, traducida coloquialmente en aquello de “Al César lo que es del César, y a Dios, que te vaya bien”.
* DON ARNOLDO, SINALOENSE ILUSTRE
Arnoldo Martínez Verdugo, un sinaloense que trabajó y logró importantes frutos a nivel nacional, fue inhumado en la Rotonda de las Personas Ilustres, reconocido como un incansable luchador por la democracia. Y en efecto, el modesto chamaco que salió del poblado de Pericos, Sinaloa y fue a la Ciudad de México a estudiar pintura (fue parte del grupo de Los Fridos, alumnos de Frida Khalo), dirigió al Partido Comunista Mexicano, en el que militó durante la época del clandestinaje, se enfrentó a las expresiones despóticas del estalinismo y modernizó a la organización al incorporarla a la lucha electoral a partir de la reforma de 1977, y luego trabajó para unificar a las fuerzas de izquierda hasta convertirlas en una opción electoral verdadera. Su lucha por la democratización del país, por el respeto a las libertades y a los derechos humanos es parte de un importante legado.
Por eso llamó la atención que hace unos meses, cuando en Pericos se presentó un libro con la biografía de don Arnoldo, la senadora Imelda Castro Castro, una de las comentaristas, haya dedicado la parte central de su discurso no al trabajo del biografiado, sino a los logros del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien por supuesto no estaba presente. Ella misma divulgó en redes el video que centra su intervención en la actualidad lópezobradorista.
Y luego ocurrió que al final de la ceremonia, en la que escuchamos al presidente hacer un reconocimiento a la lucha del gobernador Rocha Moya, proveniente de la misma corriente de Arnoldo y ganador como el propio presidente al tercer intento (“la tercera fue la vencida”, festejó AMLO entre carcajadas), se vino una expresión de grilla local trasladada a la Ciudad de México. Se apareció ahí el exsecretario de Salud, recientemente dado de baja, Héctor Melesio Cuén Ojeda, quien terminado el acto se acercó y se tomó una foto con el gobernador para que no quede duda de los buenos términos en que se encuentra la relación, a pesar de todo lo pasado.
¿Entonces qué, no va a haber reforma a cierta Ley Orgánica?
* PLURALIDAD TÓXICA
El despido de la inicial secretaria del Bienestar, Ruth Díaz, generó una larga serie de especulaciones acerca de los motivos de esta decisión y las consecuencias que esto traería en otras dependencias, pero el propio gobernador echó luz sobre el asunto: había una muy mala relación con los subsecretarios, subsecretarias y subecretaries, si los hay.
Este fue también un tema recurrente con Cuén: quienes fueron nombrados directamente por el gobernador estaban paralizados, bloqueados o simplemente eran maltratados. Se fue Cuén, se fue la joven Ruth, pero siguen varios pendientes porque entre el cumplimiento de cuotas de campaña, cuotas de corrientes, y decisiones estratégicas, se armó un equipo en que faltan equiperos e incluso se cobran venganzas, se dirimen enfrentamientos internos y se meten patas que es un contento. Eso sí: se aplica la máxima del clásico de principios de siglo: por arriba la política y por abajo ¡bolas!
Fotos de archivo con fines ilustrativos