- Para su desgracia y malestar, el Químico tuvo que quedarse con las ganas de viajar de nuevo a España con dinero de nuestros impuestos.-
El alcalde no se quedó en la ciudad porque haya hecho un ejercicio de reflexión profunda y haya llegado a la conclusión de que, habiendo tantas necesidades que cubrir en servicios públicos, era su deber ahorrar ese dinero del viaje y destinarlo a mejorar las condiciones de los ciudadanos que sufren por falta de agua potable, drenaje o las dos cosas.
No, el Químico se quedó en la ciudad porque sabe que viajar a España era echarle más leña a la hoguera política que el mismo se ha encargado de iniciar y acrecentar con el gran número de regadas que ha cometido. Como dicen ha venido de mal en peor.
A su pesar, tuvo que quedarse en la ciudad con las ganas de echarse otro viajecito a nuestras costillas.
De acuerdo con la Constitución General y con las leyes secundarias correspondientes, el gasto público debe ejercerse respetando varios principios.
Para no meternos en rollos legales, diremos que esos principios exigen que el dinero que pagamos de impuestos se gaste prudentemente.
Se exige que el gasto sea responsable y necesario. No se puede gastar a lo pendejo pues. El gasto público debe ser razonable y buscar obtener resultados positivos.
El dinero público no se puede gastar en ocurrencias ni para cumplir caprichos o deseos de los servidores públicos.
Cada vez que el Químico ha viajado con dinero público, tiene el deber de traer resultados concretos de sus viajes y demostrarlos y, obviamente, debe entregar los comprobantes de los gastos que hizo.
Precisamente por falta de comprobantes de algunos viajes, acaba de ser observada la cuenta pública 2020 por la Auditoria Superior del Estado, así que ya podemos adelantar que la cuenta pública 2021 también será observada.
Siendo notoria la necesidad de introducir y mejorar los servicios públicos, es obvio que cada peso que se gasta por nuestros servidores públicos en cosas superficiales no solo es ilegal, sino abusivo y vergonzoso.
Mientras haya necesidades básicas que cubrir en algunas zonas de la ciudad, debería evitarse gastar dinero público en viajes y premios comprados pues ese dinero merece un mejor destino.
A pesar de la regulación legal del gasto público, la realidad, a nivel municipal, es que se gasta a lo menso y en satisfacer caprichitos del alcalde. Ese es su estilo, el despilfarro, la fiesta y los viajes, y así será recordado.
Director de Bufete Álvarez & Asociados y presidente de Acciones Colectivas de Sinaloa A.C.
Foto de archivo con fines iñlustrativos