Observatorio/Kramer Vs. Kramer/Por Mario Martini

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@MarioMartini

Hace algunos años vi la película Kramer contra Kramer del escritor y director Robert Benton, protagonizada por Dustin Hoffman y  Meryl Streep, que desde entonces es una de mis cintas favoritas. Fue nominada a 9 Óscares en 1979 y ganó 5.

La trama va más o menos así:

Ted Kramer es un joven padre y esposo que adora a su familia, pero está metido al 100 en su trabajo. Una tarde, su mujer Joanna lo confronta y decide abandonarlos a él y a su hijo de seis años. Ted deberá ser padre de tiempo completo sin descuidar su carrera profesional. Cuando agarra ritmo y puede conciliar las dos responsabilidades, Joanna regresa y quiere recuperar a su hijo, iniciando una fragorosa disputa en tribunales en los que ambos se tiran a matar, sacando agravios del pasado con tal encono de ida y vuelta que olvidan por completo al hijo que queda en medio del pleito de los padres que dicen amarlo.

La cinta vino a mi mente al leer y ver por televisión las noticias de la “manifestación ciudadana más concurrida de la historia de México” y el encono que desató simultáneamente en redes sociales, grupos de Whatsapp y conversaciones cotidianas de café. Veo a un México agraviado, pero también dividido y confrontado por el encono germinado desde el púlpito presidencial.

Como en la cinta, hay dos bandos furibundos que disputan el proyecto de nación que cada uno anhela y defiende con razones o sin ellas. Unos rechazan la destrucción de instituciones ciudadanos que costaron vidas y tardaron muchos años en construirse. Otros, con la bandera de la austeridad franciscana y la lucha frontal contra la corrupción, justifican la desaparición o adelgazamiento de instituciones ciudadanas democráticas. Cada uno está en su derecho de defender ideas o razones, pero hacerlo desde el encono no es la mejor manera. Bienvenida la discusión plural, enardecida, apasionada y vehemente pero sin llegar al encono  y mucho menos a las manos, bajo el concepto de que toda democracia en evolución es perfectible.

Como Ted y Joanna Kramer olvidaron al hijo, el presidente olvida que los que salieron a las calles el pasado domingo 26 de febrero son ciudadanos a los que también gobierna y sólo por eso les merece respeto y gratitud, pues tal vez muchos de ellos creyeron en él en 2018. Insultarlos desde la tribuna más alta del país –como lo hicieron Hofman y Streep en la cinta- tampoco favorece al bienestar del hijo y en este caso de la Patria (breviario cultural: la palabra Patria viene del adjetivo latín Patrius-a-um, relativo al Padre, también a Patres, que son los antepasados)

Cada mexicano elegirá su camino en los días por venir hasta la culminación del próximo relevo presidencial en 2024, pero debería hacerlo promoviendo la discusión serena de las ideas, proyectos y programas. No repitiendo el pendenciero discurso presidencial (neoliberales, conservadores, chayoteros, etc.) que ha conseguido con éxito confrontar al país como nunca antes había ocurrido en la historia de México, ni siquiera en la Independencia o la revolución. López Obrador ha generado una peligrosa guerra civil silenciosa que corre solamente por la vía de intereses políticos personales.

Como en la película, frente al litigio más complejo de la historia, el papel de los ciudadanos organizados –en cualquiera de los bandos- será indispensable para articular la participación pacífica de actores políticos, organismos de la sociedad civil, trabajadores, etc.

Como en Kramer Vs Kramer, el bienestar de Billy debe estar por encima de los intereses o razonamientos justos o injustos de los padres. Al final, serán los tribunales los que tomarán la decisión final que todos habremos de acatar, nos guste o no.

Saludos cordiales

MM

 

 

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