«Bellas y Airosas», libro sobre 9 mujeres en la Rotonda de Personas Ilustres

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ALCANZAR EL FIN

Por Elvira Hernández Carballido

Amanecer

¿Qué se hace a la hora de morir? ¿Se vuelve la cara a la pared?
¿Se agarra por los hombros al que está cerca y oye?
¿Se echa uno a correr, como el que tiene las ropas incendiadas,
para alcanzar el fin?

SemMéxico, Pachuca, Hidalgo, 3 de abril, 2024.- Estas preguntas, en torno a la muerte fueron expuestas bellamente por Rosario Castellanos, nuestra inolvidable poeta mexicana y una de las nueve mujeres cuyos restos están alojados en la Rotonda de Personas Ilustres.

¿Cómo se me ocurrió trabajar con esta temática? El interés surgió al participar en los coloquios de la Red Mexicana de Estudios de Espacios de Cultura Funerarios A.C., dirigida por la arquitecta Margarita Martínez Domínguez. Gracias al trabajo de cada colega atisbé los panteones desde otra mirada, más que pensar en la muerte, aprendí a mirar la vida que en algún momento quienes yacen ahí llegaron a disfrutar y cómo se despidieron de sus seres queridos, de sus sueños y abrazaron su mortalidad. Entonces me propuse recuperar la vida, muerte y obra de las mujeres que fueron homenajeadas en la Rotonda de Personas Ilustres.

No debía sorprenderme, pero me sorprendí, de las más de 100 tumbas que conforman el lugar, solamente en 9 yacen mujeres. Ellas son:

Ángela Peralta.

Virginia Fábregas.

Rosario Castellanos.

María Izquierdo.

Dolores del Río.

María Lavalle.

Emma Godoy.

Amalia González Caballero de Castillo Ledón.

Sor Juana Inés de la Cruz.

Pero no quise hacer este trabajo sola, siempre hay cómplices que se unen a mis propuestas, a veces locas, utópicas y siempre honestas. Fue así como persuadí a mis queridos amigos Mauricio Ortiz Roche y Raúl Arenas García para que se trabajaran conmigo la semblanza de una de estas nueve mujeres. Poco a poco, cada uno se involucró y se comprometió de corazón.

Dado que conformamos un Cuerpo Académico en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo no dudé en involucrar también a mi querida Sandra Flores Guevara, nuestra líder, amiga y siempre aliada. Finalmente, mi compañera y “mosquetera” Silvia Rodríguez Trejo también se unió a mi proyecto.

Fue así como cada quien trazó un retrato personal de cada una de las mujeres que reposan en la rotonda, historias de vida escritas desde nuestra emoción e interés,  admiración y empatía. Destacamos sus momentos de gloria, pero también los que exigieron reconstruirse a sí mismas. Nos aproximamos a sus últimos momentos con vida, cómo surgió la propuesta de integrarla a este significativo panteón y cómo fueron inmortalizadas en sus tumbas. Cada una vivió a su manera y también enfrentó la muerte de acuerdo a su sensibilidad, fuerza y carácter.

Tomamos en cuenta que el proceso natural de la humanidad de nacer, crecer y morir también está marcado por las costumbres y tradiciones de un grupo social, ya que la muerte además de pertenecer a un ámbito biológico y médico tiene un significado profundamente cultural. Por ello, las ceremonias que hacen culto a la muerte también son representados según la persona que falleció, a veces por su estrato social, jerarquía e incluso popularidad, pero también si se trata de un hombre o una mujer. Hay un patrón social y estructural de relaciones tanto de la propia muerte como la muerte de los demás, que es diferente para hombres y mujeres.

…los hombres y las mujeres mueren en forma desigual. Desde luego que existen unas coordenadas de raza, etnia, clase social y que no es lo mismo tampoco morir en la calle que morir en la cama de una casa familiar, pero si además se es mujer el tema se complica, se le da otra vuelta a la desigualdad, puesto que las mujeres ofrecemos en la mayoría de los casos un colchón de protección de sufrimiento de los otros, mientras que nosotras raramente contamos con la ayuda física social, emocional y espiritual que requiere un buen morir, de la mano de los hombres. Además, también les corresponde socialmente la mayor parte de las actividades relacionadas con los procesos de duelo Post Mortem, el enterramiento, funerales y honras fúnebres, así como el mantenimiento del recuerdo y la memoria colectiva.

Esta investigadora cuyas frases cito, María Asunción Bellosta, planteó siete preguntas representativas para aproximarnos a los últimos días que vivió una mujer y desde ese planteamiento advertir la resignación o dolor, olvido o evocación que puede hacerse de ella: ¿Dónde muere? ¿Cómo muere? ¿Quién le asiste? ¿Cómo se constata la muerte? ¿Qué se hace con el cadáver? ¿Quiénes van al entierro?  ¿Qué sucede después del velorio?

Los datos obtenidos en torno a la vida y muerte de las mujeres elegidas, reafirman y advierten que mirar la vida tiene un significado, pero observar la muerte también tiene una perspectiva específica, así como la forma en que se quiere rendir un homenaje, último adiós o evocación simbólica a la persona que falleció.

En verdad disfrutamos hacer esta investigación y hoy celebramos su nacimiento como libro editado por Elementum y su generosa directora, mi editora amada, Mayte Romo.

Y los cómplices siguen fortaleciendo esta obra porque la bella portada que la ilustra, una mujer tomando una foto a la tumba de María Izquierdo, fue captada por Luz Martínez Hernández quien durante muchos años fue mi ángel guardián, mi copito de nieve, mi colaboradora más cercana en este andar de investigadora.

Más tarde, mi querido José Luis Garrido Garrido, mirada mágica, aceptó ir a fotografiar cada tumba e ilustrar las páginas de sus semblanzas con imágenes que las  muestran en toda su grandeza y emotividad. Jetzael Villegas, paciente y detallista, revisó cada fuente citada y complementó los datos que faltaban.

“Alcanzar el fin”, es un libro que comparte historia de mujeres.

Ahí pueden escuchar el canto de Ángela Peralta, palpar el carismo en escena de Virginia Fábregas y autoconvencerse que hay otra manera de ser humana y libro como siempre me sigue enseñando Rosario Castellanos.

En sus páginas los trazos de María Izquierdo nos iluminan y la belleza de Dolores del Río nos impresiona.

Pueden fascinarse con las provocaciones de Emma Godoy y comprender la frase célebre de María Izquierdo al referirse a la presencia de las mujeres en la política: “Nos dan la silla, pero no el lugar”.

Descubrir todos los escenarios donde brilló Amalia González Caballero de Castillo Ledón y nuestra eterna Sor Juana Inés de la Cruz.

Ojalá deseen leer este libro, lo pueden pedir a Editorial Elementum: [email protected]

¿Cuál es el rito de esta ceremonia?
¿Quién vela la agonía? ¿Quién estira la sábana?
¿Quién aparta el espejo sin empañar?

Porque a esta hora ya no hay madre y deudos.
Ya no hay sollozo. Nada, más que un silencio atroz.

Todos son una faz atenta, incrédula de hombre de la otra orilla.

Porque lo que sucede no es verdad.

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