Aurora Arrayales, mazatleca, maestra, política y servidora pública

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La Patria Íntima

Por Mario Martini

Privilegiada por su Partido Revolucionario Institucional como la única mujer poseedora  de  la medalla Luis Donaldo Colosio, otorgada  solamente a 3 priistas por su contribución a la “Democracia y Justicia Social” (Fidel Velázquez y Enrique Olivares Santana son los otros dos), y merecedora de una serie de condecoraciones por servicios a la nación, incluyendo la presea Lázaro Cárdenas que algún pillo le robó, la profesora Aurora Arrayales no vacila para confirmar su juicio sobre el mayor político mexicano de todos los tiempos:  Jaime Torres Bodet, “servidor público comprometido con el país, ser humano compasivo e intelectual de gran estatura . Hubiera sido un gran Presidente…”

Con 40 años en el servicio público y 4 vueltas completas al país, se lamenta de no “haber podido hacer más. Me hubiera gustado ayudar a mejorar las cosas, acortar la desigualdad…” Cuenta con orgullo que su paso por  Prestaciones Sociales del IMSS fue la época más luminosa del deporte popular en México con la operación de varios deportivos de alto rendimiento que competían en igualdad de condiciones con privados como el Chapultepec  o Israelita. “En esa época inauguramos Oaxtepec y fue cuando Felipe el “tibio” Muñoz, alumno de natación del IMSS, obtuvo la primera medalla de oro que ganó México en una Olimpíada. “Fue un gran orgullo ese momento y muchos otros en los que prietitos de colonias populares subieron a recibir medallas en torneos celebrados en deportivos particulares”.

En su casa del  Los Pinos en Mazatlán, primer fraccionamiento mazatleco que dibujó el progreso de una época, se respira en muebles y decoración la nostalgia de los 60’a y 70’a. Lo pueblan muebles macizos de maderas finas, manteles bordados, femeninas carpetas de macramé sobre las que se posan lámparas de bronce, sillones ampulosos y confortables, larga mesa de cristal para 12 comensales, alfombras mullidas, pulcramente repartidos en espacios limpios e iluminados por el sol de oriente. Una pintura en tenues colores, colgada en la pared estelar de la sala, transmite con intención la  capacidad maternal que distinguió a la joven maestra: una bella mujer con los pechos generosos y desnudos se apresta a amamantar a un pequeño ansioso. Doña Aurora no tuvo hijos pero adoptó a 43 que recogió de la calle y con el apoyo del maestro Carlos Quintanilla “chasquinti” alimentó, educó y rescató de alguna orfandad temprana, mal trato o abandono de padres viciosos. Los ojos cansados reviven cuando recuerda su estancia en  la escuela Josefa Ortiz de Domínguez, de la que fue exigente directora antes de dedicarse de tiempo completo a la política.

Cobijada por el cariño de su hermano Belisario, que vive en una casa contigua con su esposa Tere López Sáenz, sobrinas, colaboradoras y mujeres priistas que  periódicamente abrevan de su experiencia y sabiduría, la profesora se siente plena, pero sesgadamente deja escapar una queja fundada con olor a soledad: “a mi me gusta platicar mucho, principalmente de política, pero no tengo con quién…Vengan más seguido…”. Y es que desde que llegó al puerto hace unos 4 años, no ha recibido los respetos de los dirigentes municipales de su partido o de algún entenado agradecido, a excepción de  Miguel Ángel García Granados, candidato a diputado, de su alumno el hoy notario público Agustín Noriega y  de algunas militantes femeniles del tricolor.

  • Tres temas insalvables

Aborda todos los temas con amplitud desde diversas aristas, pero tres asuntos la incomodan: el recuerdo de su padre que abandonó a la familia cuando ella tenía 4 años, el fallecimiento de 3 de sus 4 hermanos menores y su fecha de nacimiento: “nací en Bamoa el 28 de junio de algún año…”, dice y pasa a la siguiente página pidiendo al reportero no insistir en recuerdos que la entristecen.

Considera que la vocación de ayudar a los demás tal vez la heredó de su madre, quien fue  fundadora de  la escuela del pueblo –que ahora lleva su nombre-, introdujo el correo, el teléfono y otros servicios públicos al recóndito poblado de Bamoa. “En la casa se prestaban esos servicios y mi madre no recibía ni un centavo por ello… También era la que escribía cartas a los vecinos”, recuerda.

Esforzada para abrir espacios a mujeres capaces, con salud y memoria envidiables, admite que aun no hay condiciones para que una mujer gobierne el estado y menos el país. “No está muy lejos el día, pero falta, falta…” A diferencia de muchas mujeres dedicadas a la política o al servicio público, no desacredita a la ligera a Martha Sahagún de Fox, “una mujer muy inteligente” que, sin embargo, llegó a la política “por caminos que todos conocemos…Queremos que lleguen las mujeres capaces, no aquellas que son favorecidas  por intereses de los hombres”, dice refiriéndose al hecho incontrovertible de que en la elección federal 2009 solamente dos mujeres compiten por una diputación titular en Sinaloa.

  • Políticos, Presidentes y consortes

Reconoce a Gabriel Leyva Velázquez como su “padre político”, quien la llenó de consejos, exigencias  y responsabilidades cuando representó  a las mujeres sinaloenses en el Congreso de la Unión a fines de los 50’a. Con idéntico pulso firme y corazón convencido asegura que Carlos Salinas de Gortari, de quien no “quiero escuchar ni el nombre”, y Vicente Fox no debieron ser jamás presidentes de la república como tampoco debió gobernar Sinaloa Leopoldo Sánchez Célis, “sujeto insensible a las necesidades del pueblo…” Lo dice activando el gatillo de la memoria, con una discreta sonrisa: “con Sánchez Célis aprendí a mentar la madre…” A López Portillo lo acribilla por la frivolidad que imprimió a su gobierno: “Pudo ser el mejor presidente de México, pero lo echó a perder;  fue una verdadera calamidad vestir de bandera nacional a su amante Rosa Luz Alegría, ex esposa de un hijo de su amigo Echeverría…. México pudo avanzar mucho en materia social porque había abundancia,  ingresos petroleros…

Muchos episodios de la historia nacional vio desde los balcones del Palacio Nacional, la tribuna de la Cámara de Diputados o alguna posición de privilegio, pero uno de los más importantes de su vida lo vivió debajo de un camión de carga en la Riviera de San Cosme de la ciudad de México, donde los militares detenían transeúntes en busca de armas e interrogaban a quienes parecían sospechosos de participar en el Movimiento Estudiantil de 1968. “Fueron tiempos difíciles para el país…”

¿Habló del tema con Díaz Ordaz?

-Él no lo tocaba, ni su esposa, yo menos….”

En la toma de posesión del periodista potosino Francisco Martínez de la Vega, a la que acudió con la representación del Poder Legislativo, estuvo a punto de perder la vida cuando un grupo armado con metralletas balaceó el balcón donde se celebraba el acto. Ella se plantó frente a la ventana animada por la curiosidad hasta que sintió un fuerte empujón que la tiró al suelo. Uno de los ayudantes del gobernador electo la protegió, “pero me arruinó el vestido”, se queja.

-Hay quienes opinan que don Francisco fue mejor periodista que gobernador…-

-Yo creo que no lo hizo mal. Paco fue buen gobernador de su tierra, a la que sirvió de acuerdo a sus posibilidades y a las circunstancias que del país.-

Con derecho de picaporte en las administraciones a las que sirvió, de Adolfo López Mateos a Ernesto Zedillo, conoció intimidades del poder político en México y llegó a establecer grados de hermandad afectiva con algunas primeras damas, particularmente con Eva Sámano de López Mateos y Guadalupe Borja de Díaz Ordaz, “damas en toda la extensión de la palabra”. Incluso en el libro La Suerte de la Consorte de Sara Sefchovich, texto que rasga el silencio que envuelve a las esposas de los presidentes de México, aparece retratada con la esposa de Díaz Ordaz.

  • Admiración por GDO

Otro de los mexicanos de “carácter, inteligencia y habilidad política” fue para ella el poblano Gustavo Díaz Ordaz, quien “trató de darle a la mujer mexicana la importancia que tiene en cada hogar mexicanos.  Él entendió que la mejor manera de que funcionara el país era reproduciendo en la vida nacional la estructura de la familia, en la que la mujer coordina, conduce, aglutina. Recuerdo un emotivo discurso que dio en la formalización de las Asambleas Femeniles en Puebla. Solamente fuimos dos oradores, él y yo. El presidente habló primero y dio un discurso conmovedor, pues ahí estaba su madre, sus hermanas, cuñadas y, por supuesto, su esposa Lupita. Se comprometió públicamente con las mujeres y dijo que sus palabras estaban cargadas de verdad, pues no podría mentir frente a su madre. Era un gran orador y ese discurso se me quedó grabado para siempre”, recuerda con reprimidas ganas de llorar. “Yo solamente dije que la igualdad de género se da en el trabajo y no se trata de competencia con el hombre sino una suerte de colaboración entre ambos…Díaz Ordaz es quien más ha hecho por la mujer y no lo han reconocido…”

La enorme admiración que tuvo a Gustavo Díaz Ordaz se descarapeló cuando se difundió que el presidente mantenía un romance  con la “tigresa” Irma Serrano. “Lupita jamás tocó el tema, ni una palabra…Y yo, por supuesto, tampoco…Como que con eso se me cayó un poco el respeto y la admiración…” Sobre los amoríos de López Mateos, resume sin duda: “él era galán fino” y recuerda una anécdota que lo pinta de cuerpo entero: “Yo era una jovencita, recientemente electa diputada federal por el Distrito del Sur de Sinaloa (en esa época solamente había 4 distritos en el estado). Fui invitada a una recepción en la presidencia y acudí vestida con un traje de cuero fino, pegado al cuerpo, que sabía lucir como buena sinaloense. Al momento de saludarlo me dijo: “viene vestida  ídem”. Seguramente notó mi turbación, a punto de la irritación, pues me pareció un comentario soez pues ya estaba casada. Al despedirse, López Mateos se disculpó por el comentario, a lo que respondí”: ¡que rápido se me rajó! Tuve una buena relación con él y con doña Eva, pero no al nivel íntimo que tuve con la familia Ordaz-Borja, principalmente con Lupita, una mujer sobria, discreta, que no abusó del poder presidencial como otras…”

¿…Y con la compañera María Esther Zuno de Echeverría?, pregunto

-No, con esa no mucho…Era una mujer muy inteligente, muy entrona, de carácter muy fuerte, una mujer muy dura con la que me enemisté porque trató de regañarme porque según ella llegué tarde a una gira. Como le respondí,  me persiguió a través de los sindicatos del IMPI (Instituto Mexicano de Protección a la Infancia) y del IMSS…Yo creo que el presidente Echeverría le tenía miedo a ella y a la familia…”

Recuerda con aprecio y respeto a la también maestra rural guerrerense Macrina Rabadán del Partido Popular Socialista (PPS), primera diputada de oposición en la historia del país, quien como diputada en 1958 fue la única legisladora que apoyó las luchas sindicalistas y denunció la represión contra el movimiento obrero, aun en contra de la línea de su partido y en medio de ataques del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y la prensa. A la sinaloense tocó subir a responderle y fue así como aquellos enardecidos debates de oratoria y sustancia política le permitieron ganarse el respeto y reconocimiento del resto de diputados. “Paradójicamente mi contraria política fue la que me ayudó a subir en la escena política…Luego nos hicimos amigas hasta que falleció en el 2000, pues teníamos varios puntos de acuerdo para resolver muchos asuntos de índole social…”

  • Sin recompensa

Su carrera política se escribe en un párrafo: durante 12 años dio clases en la Escuela Primaria Josefa Ortiz de Domínguez, luego obtuvo una regiduría en el Cabildo de Mazatlán, algunas carteras en la dirigencia estatal del SNTE en Sinaloa y finalmente una diputación federal que la llevó a ser congresista internacional en la ONU y servidora pública de alto nivel en la Secretaría de Gobernación, el IMSS, el ISSSTE y el PRI.

Con la posibilidad de enriquecerse  en una época sin contrapesos en la que había manera de hacerlo tanto en el Congreso como en Gobernación, el ISSSTE o el IMSSS,  vive con sencillez monástica, rodeada de atenciones y cariño, pero con una queja que le quema el pecho: “tengo una pensión de 4 pesos y me la dio el gobierno del estado, no el federal al que serví por 40 años…”

(Tomada del libro La Patria ïntima de Mario Martini/edición de autor/2009)

Fotos: Mediateca INAH

 

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