La Patria Íntima/Maximino Rice Martínez, fundador de la industria naval auxiliar

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Por Mario Martini

Un par de acontecimientos ocurridos en la revuelta revolucionaria  revelan la personalidad de Maximino: hombre de convicciones y dignidad sin límite, aun a riesgo de perder la vida. Un domingo llegó a la puerta del taller un enviado del general Ángel Flores, quien llevaba una pistola entrampada. Don Max honraba el día sagrado para el descanso. Mandó decir al enviado, con doña Luisa su esposa, que volviera al día siguiente. El mandadero regresó minutos más tarde con dos soldados y la orden fulminante: “¡dice mi general que se presente o lo pasará por las armas!” “Pues dígale al general que si los huesos de mi madre se levantaran de la tumba y me pidieran que trabajara en domingo, tampoco le trabajaría a ella…Y pregúntele al general que si me mata ¿quién le arreglará la pistola…?” Flores –que era sanguinario pero práctico- le respetó la vida y al día siguiente tuvo su arma preferida en condiciones de uso y ¡vaya que la usó!

En  otra ocasión, un capitán de barco le ofreció un dineral para reparar una avería que le estaba costando una fortuna a la empresa naviera por no poder zarpar. Le mandó decir: “…a las bestias de carga las hacen trabajar los domingos porque no tienen voluntad, pero yo sí tengo…” El capitán se tragó el coraje y no tuvo más remedio que esperar al lunes para abandonar el puerto mascullando improperios por el retraso, pero agradecido con don Max que lo sacó del apuro que hubiera retrasado la navegación del buque por meses, tiempo que tardaba en llegar una refacción original.

Sin más escuela que la vida, Maximino patentó en 1926 el diseño de anillos de fierro vaciado con un novedoso corte para evitar fugas de presión en motores de explosión y bombas. Puede decirse con certeza que don Max es el padre de la industria naval auxiliar del Pacífico Norte mexicano.

Nació en San Dimas, Durango, el 8 de junio de 1867. Fue hijo de la duranguense Eufemia Martínez y Joseph Gustavus Rice, ciudadano estadounidense. Desde niño trabajó en la mina “La Candelaria” en Tayoltita, pues quedó huérfano a los 5 años. Este infortunio le ayudó a forjar el recio carácter que lo distinguió. La muerte del padre cambió los planes de viajar a Oakland, Estados Unidos, donde la fiebre minera también había llegado.

Madre e hijo hicieron frente a la contingencia y desde los 7 años de edad, cuando cursaba el segundo año de primaria, Max ingresó a trabajar en las minas de San Dimas y Contraestaca como aprendiz en el taller mecánico, donde aprendió el funcionamiento de la maquinaria a vapor que movía bombas, malacates, compresoras, etc. Por responsable y cumplido pronto fue ascendido a ocupar un puesto en la administración, en la que permaneció hasta los 28 años de edad cuando fue agraviado por la revisión a la que lo obligaron los directivos.

Eran tiempos de bonanza minera en la zona y algunos empleados bribones aprovechaban para  esconder entre sus ropas pedazos de cuarzo con oro, por lo que la empresa implantó un riguroso sistema de revisión que se extendió a los empleados de oficina. Cuando tocó el turno a Max, el adolescente advirtió al jefe norteamericano: “si me revisa, no volveré al trabajo; no puedo trabajar en una compañía que no me tiene confianza…”

Firme en sus convicciones, esa misma noche regaló algunas pertenecías y animales y con su madre, doña Eufemia, su tía Amada, 2 arrieros y 2 mulas emprendió el viaje heroico hacia Mazatlán, cruzando la sierra de Topia por la misma ruta que siguió el Fénix de los Conquistadores. Después de un viaje complicado a través de la sierra de Topia, con más de 300 cruces suicidas por el serpenteante río Piaxtla, la familia Rice Martínez se instaló en 1896 en el puerto que vivía una febril actividad portuaria por el arribo constante de barcos que traían mercancía de todas partes del mundo y se llevaban metales preciosos de las minas de Sinaloa y Durango a Europa. Se casó en el puerto el 5 de agosto de 1903 a la edad de 34 años con la mazatleca Luisa Morales de 19 años, con quien procreó 6 hijos: Julia, Andrés, Luis, Mema, Conchita y Juana.

  • Primeros trabajos

Cumplido y hábil en el manejo de maquinaria y fabricación de piezas, no tuvo dificultades para emplearse en el taller de Idelfonso García y luego en la Fundición de Sinaloa, al mando del ingeniero Alejandro Loubet, fabricante de equipo para minas (quebradoras, calderas, molinos, bombas, motores de vapor, etc.), constructor del mercado municipal Romero Rubio (hoy Pino Suárez), de la primera línea de conducción de agua potable del río Presidio a Mazatlán, de muchos kioscos de la región, proveedor de los principales fundos mineros de la región, así como de los ingenios azucareros de Chiapas a Baja California. Esta empresa fue excelente escuela para el joven Max.

Con más empeño que recursos económicos, el matrimonio invirtió su capital de 200 pesos para adquirir un ventilador, un taladro Búfalo manual, un tornillo de herrero y algunas llaves españolas e inglesas  con las que abrió el modesto ”Taller de Maximino Rice”, en la calle Diana número 13. Se considera al primero de octubre de 1909 como la fecha de fundación del Grupo Rice  porque ese día entregaron un cepo de ancla a  la Compañía Naviera del Pacífico de don Ricardo Careaga, primera pieza fabricado por don Max, su esposa y el único operario Tereso Avalos. Dos años más tarde, en pleno sitio revolucionario, pero ante una creciente demanda de refacciones de la ascendente industria naval, construyó un pequeño horno para fundir 40 kilos de bronce, antecedente de la hoy prestigiosa empresa Funciones Rice. Y de ahí, hacia la cúspide, enfrentando muchas adversidades causadas por la guerra y la pobreza del país.

  • Hacia la industria naval auxiliar

En 1919, con la colaboración de sus hijos Julia de 15 años, Andrés de 14 y Luis de 12, don Max rebautizó el negocio como Taller Maximino Rice e hijos. Al inicio de la década de los 20, cuando la vida comenzaba a normalizarse y el taller aumentaba en clientela, don Max enfermó de una rara enfermedad que, primero, le impidió caminar y luego lo postró en una cama durante 7 meses. Sus hijos aun adolescentes hicieron frente a la situación y nuevamente sacaron a flote a la familia.

A fines de la década de los 30, la fiebre sindicalista y agrarista desatada por todo el país por el general Lázaro Cárdenas darían otro duro golpe a las empresas de la familia Rice Morales que fue mortal para su fundador.

Agitadores profesionales llegaron a Mazatlán en 1937 y convencieron a los trabajadores del taller para formar una cooperativa. Los obreros exigieron la entrega del taller y don Max tuvo que ceder. Entró en una profunda depresión y murió en paz el 28 de octubre de 1938, dejando a sus hijos el punto de partida para construir las empresas que dieron vida al sólido Grupo Empresarial Rice.

A Maximino Rice Martínez debe atribuirse, sin exageración,  el crédito de ser el padre de la  industria naval auxiliar en el noroeste de México.

(Semblanza publicada en el libro La Patria Íntima de Mario Martini).

 

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