- Trabajó en la gran carpa con Astros de Houston y Tampa Bay; en la Liga Mexicana colaboró con Tigres del México y Diablos Rojos del México.-
Juan José Hernández Mendoza, Juanjo para sus amigos y paisanos, tuvo dos motivos existenciales para ser feliz: su prolífica familia y el beisbol, a los que dedicó por igual su vida con esmero, dedicación y mucha pasión. Fue un convencido de que la formación deportiva desde la infancia es la mejor estrategia para formar ciudadanos exitosos y responsables.
Y bueno, él hizo su parte, pues además de los cientos de besbolistas que formó, hizo su tarea con sus hijos Pedro, Juan, Bety, Tany, Jesus Andrés, Luis y Perlita que le dieron 20 nietos y 1 bisnieto. En esta gran tarea le ayudó su esposa Bertha Lilia Lizarraga de Hernández, quien hizo el papel de silencioso y eficaz ampáyer, siempre presente en las jugadas difíciles e invisible cuando el juego transcurre sin incidentes.
Hace 17 años lo operaron a corazón abierto y le dieron 10 años de sobreviencia, pero como buen entendedor del segundo esfuerzo en el deporte, duró 7 años más y desde entonces dijo estar jugando extra innings. Hace 5 meses tuvo un infarto cerebral del que ya no pudo recuperarse y hoy, un paro respiratorio, cantó el último out.
Hoy cayó el último out de los miles que atestiguó a lo largo de su vida en el deporte que le apasionó desde pequeño en su natal Escuinapa de Hidalgo, unicipio al final de la tierra sinaloense o al principio, según como quiera verse. El pasado 4 de junio cumplió 84 años.
Semblanza
Nació en el municipio de Escuinapa de Hidalgo, Sinaloa, en su querida colonia Paletones, donde era conocido conocido por sus amigos como Juanjo o Juanito. La humildad de la cuna la llevó pegada al cuerpo durante toda su vida, fue servicial, trabajador, responsable y de gran corazón, enseñanzas que aprendió en la casa familiar de doña Consuelo Mendoza y don Jesús Hernández, el cacucho.
Juanjo fue un hombre de brillante trayectoria deportiva que encontró a su otro amor en el béisbol, en el que forjó un brillante camino que fue su sueño desde la infancia. Quiso estar en los mejores escenarios y lo logró. Pero además fue muy generoso al dedicar tiempo y esfuerzo a formar niños, jóvenes y entrenadores deportivos.
Fue generoso y paciente maestro y ejemplo en el mundo del béisbol, donde gracias a su tenacidad, disciplina, dedicación y compromiso adquirió la sabiduría que lo llevó a ser manager de la selecciones mexicanas infantiles y juveniles que lo llevaron a competir a Japón, Argentina, Brasil, Venezuela, República Dominicana y Estados Unidos, sólo por mencionar algunos.
También pasó por la gran carpa, trabajando para equipos de Grandes Ligas como los Astros de Houston y Tampa Bay; en la Liga Mexicana colaboró con los Tigres del México y posteriormente con los Diablos Rojos del México. En su palmarés tiene el orgullo de haber impulsado a un gran número de jóvenes a buscar su sueño. Dejó muchos testimonios en en entrevistas y documentales que dan cuenta de su paso por el rey de los deportes. También escribió el libro La Leyenda del Béisbol, participó en la organización del Club Chololos, junto con un grupo de soñadores padres de familia y fundó el PIDS. Fue presidente del Museo de Béisbo y dos estadios llevan su nombre, uno en Mazatlán y otro en Escuinapa de sus amores.
Hoy cerró su ciclo en esta vida y en la historia del rey de los deportes. Muchas gracias Juanito por dejarnos tu legado de enseñanzas, logros y sueños cumplidos. Llévate nuestros mejores deseos y nuestras oraciones para que tengas un retiro de descanso tranquilo y seguro estamos que seguirás brillando y dirigiendo desde el cielo junto a las grandes estrellas. El agradecimiento de tu familia que estuvo en tus momentos complicados y gracias infinitas por sus oraciones y por estar siempre al pendiente de don Juan José que siempre vivirá en nuestro corazón y siempre estará en nuestros pensamientos porque más allá de los campos ha sido el mejor padre, el mejor esposo y el mejor amigo.
Si hay una leyenda en el béisbol porteño, se llama Juan José Hernández Mendoza.
Descanse en paz.
(Tomado de un texto escrito por uno de sus hijos)