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- Domingrilla
¿Hasta donde llega el caso Caro?.-
Partidos en autocomplacencia.-
Prácticamente a diario crecen las especulaciones sobre la posible salida de Luis Guillermo Benítez Torres de la 
presidencia municipal, aunque a juicio de muchos observadores al proceso de defenestración le faltarían aún varias etapas por recorrer.
Es cierto que desde el tercer piso y en general de los centros de mando político oficial del estado han enviado ya varias señales claras del propósito de despido, pero hasta el momento ninguna ha sido tan poderosa como la que hubo con Jesús Estrada Ferreiro en Culiacán: la promoción de un Juicio político que empezó con una razón y terminó con otra.
Lo más fuerte que ha aparecido respecto de Benítez ha sido el anuncio del Congreso Local y de la Auditoría Superior del Estado acerca de una investigación, la de un contrato multimillonario que se asignó sin correr los protocolos de licitación pública.
A ello se han añadido declaraciones del gobernador Rubén Rocha Moya contra Azteca Lightning, la empresa beneficiaria de aquella irregularidad, que en realidad fueron denuncias completas sobre el incumplimiento de un contrato firmado y pagado por la administración estatal anterior, con anuncio de veto a su operación en los ámbitos oficiales y exigencias de que se le dé el mismo trato en otras instancias.
Por supuesto, están los ya reseñados deslindes de la dirigencia estatal de Morena y de la Senadora morenista Imelda Castro, quienes apuntaron que no responderían por el Químico Benítez si no aclara las acusaciones de que es objeto.
Si esto fuera poco, hace una semana el gobernador advirtió que meterán a la cárcel a quienes hagan mal las cosas en el gobierno, independientemente del partido del que procedan, y en esta misma semana, la claridosa expresión, también de Rocha: a la cárcel quien acepte “moches”. Más claro ni el agua.
Cuando empezó el proceso contra Estrada Ferreiro muchos pensaban que se trataba sólo de calambres, pero una vez que se dio paso formal a la figura del juicio político, algunos entendimos que no había marcha atrás. No ocurre aún en este caso, pero Rocha Moya demostró ya que cuando empieza con las advertencias, es porque ya tiene la decisión tomada y a sus operadores instruidos, como ocurrió con Héctor Melesio Cuén primero y con Estrada Ferreiro después.
Vamos a ver qué ocurre, y sobre todo a ver qué dice el centro político nacional, donde el Químico tiene alguna estima, aunque también Estrada la tuvo en su momento, y la perdió.
- ¿SÓLO FUE CARO QUINTERO, O TODA LA POLÍTICA DE SEGURIDAD?
Rafael Caro Quintero es el primer gran capo que cae detenido en esta administración. No es el más destacado ni mucho menos, pero rompe un paradigma que se había fijado el gobierno de Andrés Manuel López Obrador: no dirigir sus acciones contra las cabezas de los cárteles, porque al aprehenderlos o matarlos, provocaban atomización en las organizaciones criminales y las luchas por el poder recrudecen la violencia.
Los analistas y otros especialistas coinciden en que su detención fue producto de las presiones de los Estados Unidos. Seguramente no hubo una exigencia en privado durante la pasada visita a la Casa Blanca, ni mucho menos las delirantes advertencias que pululan por las redes sociales, pero sí hay un ambiente en Estados Unidos que obligó al gobierno mexicano a ofrecer una cabeza como ofrenda ante las acusaciones, sobre todo del Congreso de allá, de qué hay inacción, permisividad o hasta complicidad con algunas expresiones del crimen organizado.
Ahora lo importante sería que esta novedad fuese acompañada de una nueva actitud frente a los grupos delictivos en general, que se acabaría esa estrategia fallida de “abrazos, no balazos” y se trate de poner orden en todo el país.
El presidente debe entender que aplicar la ley y combatir a la impunidad no significa llegar a masacrar a los delincuentes, como tanto parece preocuparle, sino usar la autoridad para evitar nuevos crímenes y de paso los delitos que han asolado al país.
En sus cuentas, el gobierno sostiene que se han reducido los índices delictivos, pero ocurre que si bien los asesinatos bajan muy levemente, las desapariciones forzadas aumentan de manera desproporcionada. También se argumenta en el discurso presidencial que los delitos que están al alza son del fuero común, y por tanto toca a los estados hacer un combate eficiente, pero omite un hecho muy importante: las extorsiones, el cobro de “derecho de piso”, las exacciones a productores de aguacate, limón, pollo, mineros y otros, son realizadas por los miembros del crimen organizado, cuyas actividades se han extendido a muchos giros legales y normales, gracias al uso de la fuerza que ellos sí ejercen, mientras que el gobierno se mantiene sólo como observador.
Nadie apuesta un solo peso a la posibilidad de que el presidente admita la necesidad de un cambio de política, pero ya son muchos los elementos de presión existentes, como para que se les siga ignorando.
Por cierto es hora que no cae el asesino de los dos jesuitas ultimados en Chihuahua, como no caen los autores del asesinato de Luis Enrique Ramírez, a pesar de que supuestamente tenían la información prácticamente desde el principio.
- PARTIDOS EN LA AUTOCOMPLACENCIA
La dinámica social va cambiando con mucha velocidad, pero ninguno de los partidos políticos parece darse cuenta de eso.
Las filtraciones grabadas ilegalmente al dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, muestran una actitud 
inverosímil: mientras su partido se resquebraja en una lucha por el poder que no tiene futuro, el señor se regodea diciendo que será él quien integre la lista (de candidatos, y sobre todo de plurinominales para la elección del 2024. ¿De qué le sirve esa lista sí para ese año ya no serán absolutamente nada? ¿No sería más importante buscar la conciliación para recoger el tiradero?
Los morenos, por su parte, no cantan mal las rancheras. Toda su vida fueron críticos razonados y razonables de la antidemocracia en el PRI, especialmente del dedazo presidencial para nombrar sucesor en la presidencia y candidatos en los puestos electorales de los demás niveles.
Hoy, cuando están en el poder, aquellos críticos feroces se esfuerzan por explicar con retruécanos, más que razonamientos, las bondades de aquella práctica, otrora deleznable. En todos los partidos se crean élites que toman las decisiones, dicen algunos. Otros sostienen que no existe el dedazo y algunos más encuentran natural que el presidente tenga derecho de dirigir los destinos de la organización y del país, pero para justificarse, señalan que hoy las cosas son diferentes a cuando existía el partido de estado.
El jefe del control político del Congreso Local, Feliciano Castro, asevera que fue Morena el que permitió la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, cuando en realidad fue el presidente quien arrastró al partido que él mismo creó. Si siguen en esa autocomplacencia, no van a saber qué hacer el día que se queden sin el líder carismático cuyo trabajo construyó esto que ahora se atribuyen ellos.
- CUÉN: AUGUSTINO HASTA LAS CACHAS
El líder moral del PAS, Héctor Melesio Cuén, se ha declarado franco y abierto seguidor del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, en la lucha de corcholatas por la candidatura morenista. Como acostumbra, lo hace sin quedarse en las medias tintas. Acaba de participar en un evento en Guadalajara, con su gallo, pero no sólo fue él. También se llevó a la dirigencia formal del partido, lo que es bastante normal, y de paso presentó ahí al rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, doctor Jesús Madueña Molina, como si éste fuese dirigente de un grupo adherente o un sector del partido y no el representante de una institución autónoma, ajena a las luchas partidistas.
Seguramente que en lo sucesivo veremos más desfiguros como este.
Fotos de archivo con fines ilustrativos
